1 de octubre de 1999 | Primer Viernes de mes
Es mi deseo que todos aquellos enfermos que se acerquen a aquí (Santuario de Jesús Misericordioso) siguiendo mi llamado, lleven de mi Santuario, además de la bendición, una protección especial a sus hogares. Esto será posible a través del agua bendecida especialmente, que prepararéis para entregarles. Acercadme agua, pues, el próximo viernes y será bendecida, para luego repartirse entre todos los enfermos presentes en la reunión por mí convocada.
Esta agua tendrá especial efectividad para bendecir sus hogares y alejar de ellos el mal, permitiéndoles así iniciar el camino de la conversión. Recordad mi pedido, entonces, para nuestro próximo encuentro.
Tened paz. Recibid mi bendición en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”). El Señor es bueno con quién lo desea, perdona o castiga según Su Voluntad y aplica Su Justicia junto a su misericordia, siempre para bien de las almas. No lo olvidéis. Paz.
Lectura: San Juan, Cap. 7, Vers. 37 al 39.
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