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Edición Nro. 12

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PRIMER MENSAJE UNIVERSAL

15 de agosto de 1988

(Visión) Está con nosotros la Santísima Virgen María acompañada con sus ángeles, y ha venido hoy para bendecirnos, y quiere especialmente que oigamos y transmitamos lo que el Señor nos va a decir:
Que mi paz llegue a vosotros, ovejas de mi grey.
¿A que teméis ahora, si estoy con vosotros? ¿No os habéis consagrado a mi servicio? Pues bien: Yo me ocupo de defenderos, cuidaros y llevar a buen fin vuestras almas.
A través de largos años, mi Santísima Madre ha descendido a esta tierra llevando y trayendo mis mensajes y palabras y vuestras peticiones; y a pesar de vuestra gran sordera mundana, os he escuchado y os he complacido con amor y misericordia; mas vosotros, al igual que mi pueblo, os habéis desviado siempre.
Una vez más una nueva advertencia llega a vosotros. Comenzaré por mis primeros comprometidos, por mi Iglesia. Amados pastores de mi rebaño: os habéis confiado demasiado y habéis cedido mucho en vuestras obligaciones. Este relajamiento ha hecho que el enemigo tomara parte dentro de las ovejas y asestara golpes a veces mortales a varias instituciones, que, debiendo ser para salvación de las almas, se han transformado en asociaciones sin ningún espíritu. Y todos sois responsables: bien es que hay muchos de vosotros que trabajáis por lograr el Reino, pero otros os habéis desviado hacia horizontes lejanos. Ya no se oye hablar de mi enemigo, el demonio; ni se oye predicar acerca del fuego eterno. Con la conciencia así tranquilizada, los fieles comunes viven una vida tibia. Por eso es preciso que este llamado de alerta que el Cielo os envía, sea escuchado mundialmente. Advertid vosotros al pueblo: el demonio reina en el mundo y quiere introducirse en mi Iglesia. Si no defendéis vosotros mi Obra, si no defendéis vosotros mi rebaño ¿quién lo hará?
Nada le importa a este enemigo de las almas que mis hijos pasen hambre, frío o necesidad, si no fuera éste un medio para sugerirles el renegar de su Dios; para embotar sus sentimientos y no permitirles acercarse a lo que en realidad le interesa: mantenerlos alejados de la posibilidad de salvación.
Es verdad que mi predilección está por los pobres, pero sobre todo, aquellos que necesitan riqueza espiritual.
Y tenéis frente a vosotros a un Papa jamás visto: obedecedle en todo, aún en las tribulaciones que vendrán; pues si lo veis: me veis; y si lo oís: me estáis oyendo; y si renegáis de su enseñanza: renegáis de mí y no sois de mi Iglesia.
Vigilad en las instituciones religiosas: aquellos que ostentan puestos de poder, deben ser los que más espiritualidad cultiven. No permitáis intromisiones: vosotros sois mis ojos.
Mas os anuncio hoy un triunfo total sobre las fuerzas del enemigo, con quienes se adhieran de corazón a la obra de salvación de las almas, que realiza la Santa Iglesia Católica a la que ustedes pertenecen; pues con diez, con cien, con mil o con dos, el Señor triunfará. En vosotros está la respuesta.
Y a ti, mundo incrédulo, que permaneces al margen intentando juzgar sin querer tomar partido, te advierto:
Habéis puesto tu firmeza en el dinero, en los placeres, en el poder político; y todo eso desaparecerá junto con quienes estén ligados a esos falsos dioses. No es amenaza de hombre lo que escucháis. ¿Acaso en todas mis intervenciones desde que el mundo es mundo, he aplicado mi castigo, he impuesto mi Justicia, sin advertiros antes de este paso? Pues bien, este es el paso previo. Pesan sobre vosotros todas vuestras culpas y pecados. Si no hacéis rigurosa penitencia y sacrificios oiréis tronar la voz de Dios sobre vuestras cabezas.
Y os daré los remedios para estas heridas que duelen a toda la humanidad: el Santo Rosario y la consagración al Corazón de mi Madre, la eucaristía y la doctrina de la Divina Misericordia. En esto se comprende el frente que Yo haré a las fuerzas que oponga el enemigo.
Desde este lugar del mundo seguiré, enseñando pues maestro soy, como soy en otras partes, a través de diferentes instrumentos; y podéis venir quienes deseéis beber de la fuente de verdad a oír mis palabras.
Mi confianza y mi amor están puestos en todo aquél que hoy dé su paso al frente y se decida a seguirme.
De aquí en más, organizaréis nueve veladas de oración, a partir del próximo primer viernes de mes, luego del horario de la Santa Misa y hasta medianoche; y recibiréis nueve momentos de enseñanzas como éstos. Todo lo que pidáis en oración, se os concederá. Buscad vosotros los lugares para estas veladas de oración, vigilia y sacrificio acorde a la necesidad. Otras indicaciones daré particularmente.
Toda la bendición y la fuerza del Cielo desciendan sobre todos vosotros congregados aquí, creáis o no, pues el Señor envía el sol sobre justos e injustos.
No desoigáis las profecías: quedáos con aquello que produce frutos buenos.
Yo os bendigo desde mi corazón misericordioso, con mi Santísima Madre aquí presente entre vosotros.
Os otorgo la paz y la salud, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”). No os fijéis cómo vengo a vosotros sino qué es lo que os he traído. Paz a todos.




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