17 de septiembre de 1999
Os invito una vez más a abandonar vuestros miedos y temores pues Yo soy vuestra protección cuando trabajáis para mí. Dejad de lado vuestras preocupaciones, pues Yo soy vuestra esperanza y seguridad. Abandonad definitivamente vuestra tristeza, sea por el motivo que sea, pues Yo soy en todo y para todos vuestra alegría. Yo, el Señor, me he hecho cercano a vosotros por amor, os bendigo por misericordia y os llamo a colaborar en mi Obra. ¿Qué más podéis pedir?
Descansad, pues, tranquilos en mi mandato, que no es mandato de hombre, y tendréis verdadera paz.
Recibid mi bendición; que ella os fortalezca, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Triste es tener ojos y no ver, oídos y no escuchar. Paz.
Lectura: Hechos de los Apóstoles, Cap. 15, Vers. 23 al 29.
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