14 de abril de 1989
Despojad vuestros corazones de inquietud y descansad en mí. ¿No recordáis acaso el episodio de la barca en medio de la tormenta? ¿No recordáis con qué temor mis discípulos, aquellos que más me conocían me despertaron mientras Yo dormía temerosos de morir?

Vuelvo a deciros, paz a vosotros, no se turben vuestros corazones, todo remedio a vuestros males está en mí. Yo soy el Buen Pastor y vosotros mi rebaño.
Oíd, ¿qué os parece?: Un gran hacendado debe retirarse por un tiempo de sus propiedades y confía su ganado a dos pastores. Uno de éstos, altamente experimentado al cual confía el mayor número de sus ovejas. Otro, humilde, principiante, bajo cuyo cuidado deja un menor número de las mismas para que rindan cuenta a su regreso.

Mientras tanto, el soberbio continúa con su vida de placeres, a la vez que su rebaño disminuye por muertes. Las ovejas sin un pastor conveniente comen pastos envenenados y perecen por no ser alimentadas como corresponde o mueren de sed por no beber convenientemente o enfermas mueren por no tener los cuidados necesarios. Este pastor no tiene más rebaño que su propio estómago y se apacienta a sí mismo creyendo que su patrón no regresará aún.
Cierta mañana, el carruaje del hacendado regresa por el camino y el pastor humilde y sencillo que duerme a la intemperie entre sus ovejas lo divisa. Como primer impulso corre a la casa y llama a la puerta a advertir al pastor soberbio que el dueño regresa a pedir cuentas que al menos salga a recibirlo y pida perdón por sus faltas de cuidado, mas éste, completamente borracho y lleno de orgullo, lo manda a apalear y tirar fuera. A su llegada, el señor observa a este pequeño y humilde pastor ensangrentado y apaleado, lo levanta y pregunta: «¿Qué te ha sucedido?» Éste no hace más que contar la verdad. Inmediatamente, el dueño de la hacienda entra y encuentra a este pastor soberbio en una situación denigrante. Le pide cuentas: «¿Y el rebaño?» Ha sido diezmado por los lobos, las enfermedades, los pastos amargos, la falta de agua, mientras que el pequeño rebaño del pastor humilde debido a sus cuidados se ha acrecentado y fortalecido.
«¿Así tratáis a tu hermano –recrimina el señor– que se ha dignado corregirte a tiempo? Si te hubierais arrepentido en ese momento, aún alcanzaríais el perdón pero habéis rechazado al humilde que de mi parte os ha traído la noticia de mi regreso, y por eso, y sobre todo por eso, seréis encarcelado para siempre en el calabozo de sufrimientos terribles. Y tú, pequeño y humilde pastor, ya no te harás más cargo de pocas ovejas sino más bien habitarás en mi casa, conmigo, y compartirás todos mis bienes, pues tu preocupación amorosa por mis intereses me ha obligado hacia ti y por tu humildad te tendré siempre cerca de mí».
¿Sabéis que representan los pastos frescos?: Son mi Palabra que llega limpia a las ovejas de mi grey a través de los buenos pastores. ¿Sabéis lo que representa el agua de los manantiales?: Son los Sacramentos, que bien administrados por dignos pastores refrescan las almas de los alejados y los unen a mí por amor. ¿Sabéis lo que significa los ayunos y las incomodidades sufridas por el pastor humilde? Ellos representan la mortificación y la oración agradable a Dios que aún en desmedro del cuerpo material, da gloria a Dios, procediendo así por amor. ¿Sabéis qué han sido los pastos amargos que envenenaron a tantas ovejas?: Las falsas doctrinas que circulan en el mundo y que las hacen hundirse en pensamientos peligrosos hasta hacerlas morir en la fe.
Vosotros tenéis vuestros pastores y Yo os digo: por el cuidado con que ellos tratan a sus ovejas los conoceréis.
Vendrá un día en que el dueño pedirá cuentas y allí no habrá lugar más que para la Justicia. Otro no podría decirlo mas Yo soy la Verdad y la Verdad puede juzgar rectamente siempre. Guardaos de aquellos pastores que se apacientan a sí mismos en su egoísmo y que henchidos de orgullo solo hablan y no practican. Y acrecentad vosotros el rebaño del Señor trabajando como pastores humildes, buscando el interés de las pequeñas ovejas perdidas y atrayéndolas de nuevo al corral de la Santa Iglesia en el cual alcanzarán la salvación.
Leed con atención, pensad, meditad y sacad provecho de estas palabras que son dichas para vosotros.
La Verdad ha hablado, la Verdad está aquí, venid a mí los que deseáis la vida eterna y la obtendréis si perseveráis en el bien.
Tened paz, amados míos, mi corazón os pertenece siempre, mi madre os ama con una ternura infinita y no os abandonará jamás, basta con que os consagréis a su Corazón Inmaculado y a mi Sagrado Corazón.
Os bendigo como lo he hecho siempre, hoy con especial amor, recibid la salud en cuerpo y alma, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
A pesar de los días de separación no habéis olvidado mi enseñanza y así siempre debe ser.
Marchad con pie firme, Yo voy con vosotros.
Tened paz.
Lectura: San Juan, Cap. 12, Vers. 37 al 43.
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