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Edición Nro. 33

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VUESTRA VERDADERA Y AUTÉNTICA FAMILIA
ES LA FAMILIA DE LOS HIJOS
DE DIOS DESTINADOS AL CIELO

21 de mayo de 1993

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
No permitáis que vuestra vida sea dominada plenamente por vuestros sentimientos humanos, ni coloquéis en lugar de Dios a persona alguna: padre, madre, hijos, hermanos. Ellos deben ligarse a vosotros y vosotros a ellos pero siempre subordinando este amor al Amor Supremo. No olvidéis, pues, vosotros, hijos de Dios, que Dios es vuestro Padre y que debe ocupar en vuestras vidas y en vuestro proceder el primer lugar.
Y si vuestros allegados, parientes o amigos pretenden erigirse en dueños de vuestra vida, poned vosotros las cosas en su lugar, pedid ayuda al Espíritu Santo y Éste os mostrará el verdadero ordenamiento que debéis seguir y hasta dónde se os puede exigir vuestra atención, cuidados, amor. No os pido, pues, que despreciéis vilmente vuestra familia sino que la coloquéis en su debido sitio en la escala de valores. Mucho más lograréis para ellos sirviendo bien a vuestro Dios.
Y en cuánto a vuestros deberes de estado, no deben éstos ocupar el lugar unos de los otros, ni exceder los límites los deberes para con los hombres, de los deberes para con vuestro Dios, pues Yo os amo como a ninguno de ellos, sabédlo bien, y os amo igualmente a vosotros y a ellos, y os daré todas las posibilidades de salvación a vosotros y a ellos pues por algo soy Rey de Misericordia. Seguid, pues, entonces agradando y sirviendo al Señor y agradando y sirviendo a vuestros semejantes en la medida de vuestras posibilidades según les corresponda por proximidad, parentesco, pero no olvidéis... sabed esto: no olvidés que vuestra verdadera y auténtica familia es la familia de los hijos destinados al Cielo. Y que puede más ser vuestro padre, madre o hermano aquél que practica mis palabras que aquél que se halla solamente ligado a vosotros por la sangre y la carne.
Sed auténticos hijos del Espíritu Santo siguiendo sus inspiraciones, hijos de la luz, hijos del amor, y tratáos unos a otros como verdaderos hermanos. Dejáos engendrar por este Espíritu que destruirá de vosotros lo malo y os dará un corazón nuevo como os ha sido prometido.
Tened paz, Yo os bendigo, recibid los dones que esta bendición os trae, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Orad por el Santo Padre pues pronto deberá ser sometido a una prueba grande en la cual necesitará la ayuda de todas las ovejas de mi rebaño. No lo olvidéis. Paz.

Lectura: San Juan, Cap. 12, Vers. 44 al 50.





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