ADVERTENCIAS PARA EL MUNDO
10 de febrero de 1995 | Primer Viernes de mes
Ningún acusado se presenta ante el juez sin llevar consigo un conveniente defensor. Vosotros que día a día, de una u otra forma, ofendéis mi corazón, no os presentéis frente a mí sin Aquella defensora, abogada vuestra, que Yo mismo he interpuesto para que os cubra y os asista en todo momento, pues solo con Ella y a través de Ella llegaréis a mí. Yo la he puesto como Puerta del Cielo. Yo la he puesto como guía y como Reina de todo lo creado. Ella, mi Madre y la vuestra, es la verdadera puerta de salvación.
Acercaos, pues, frecuentemente a Ella; honradla como conviene a sus títulos, ganad sus favores y su amistad, y Ella os defenderá en todo momento, y hará que vuestro juicio sea liviano, y disolverá las acusaciones en vuestra contra. Pues, quién ama a la Madre, ama también a su Hijo; y quién la respeta, a Él respeta; y quién busca su amistad, consigue también la de Éste. He aquí su gran misión: Madre y abogada vuestra. No despreciéis tal protección y enseñad a otros a acudir a Ella.
Tened paz. Mi bendición llegue a vosotros para que seáis hijos fieles de esta dignísima Madre, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (“Todos responden: Amén”).
Sus lágrimas siguen siendo advertencia para el mundo, y cuando el tiempo de advertencia pase, por sus lágrimas serán juzgados los responsables de las mismas. No seáis vosotros contados entre aquellos que entristecen su Corazón, guardando mutuamente rencores y rencillas unos para con otros. Sed mejor, consuelo y bálsamo, y Ella os asistirá. Paz.
Lectura: Ezequiel, Cap. 47, Vers. 1 al 6.
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