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EN ESTA HORA DE DECISIONES,
EN ESTA HORA DE BATALLA,
EN ESTA HORA DE FUERTES PRUEBAS,
VUESTRO DIOS OS ACOMPAÑA

Capital Federal, 5 de enero de 1990   |   Primer Viernes de mes

Mi paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Una vez más entre vosotros la voz del maestro que habla a las almas para su provecho y salvación.
Felices vosotros pues no ha sido la carne y la sangre que os ha llamado a mi lado sino el santo Espíritu de Dios que convoca a sus hijos a trabajar en su obra de redención del mundo. Felices vosotros porque habéis oído la voz y oyéndola obedecéis sus mandatos y obedeciéndola halláis gracia a los ojos del Padre y hallando gracia a sus ojos compartiréis su Reino como auténticos herederos.
En esta hora de decisiones en esta hora de batalla, en esta hora de fuertes pruebas, vuestro Dios os acompaña, amados, pues la oración del justo no quedará en vano mientras que la del necio e impío será dejada de lado y la vida del justo será siempre bendecida por mi mano mientras que la del impío será solo pasto para las llamas del infierno. Y la descendencia del justo será como agradables flores a los ojos del Padre mientras que la pervertida descendencia del impenitente será como futuros carbones que arderán sin consumirse en la lejanía de su Dios. Yo pongo una vez más en la historia de la humanidad mi mano misericordiosa al servicio de cuantos quieran venir a mí con corazón arrepentido y con deseos de santidad. Aprovechad esta oportunidad, vosotros, que habitáis este mundo, pues ahora es vuestra hora de salvación, ahora es el momento del retorno a mí, más adelante no os aseguro un tiempo con esta gracia. Y si el mundo me ofende, alabadme vosotros, y si el mundo se olvida de mí, recordadme vosotros, si este mundo paga mal por mi misericordia aprovechadla vosotros para vuestra santificación pues llega el día y no está lejano en que cada uno recibirá según su cosecha y lo que ha sembrado tendrá en sus manos, si impiedad, fuego eterno, si verdad, el Reino incorruptible. Tened paz.
Mis ángeles se alinean frente a vosotros y mis arcángeles marcarán vuestra frente con esta señal que Yo mismo he puesto como escándalo para aquellos inteligentes y sabios de este mundo, pero como salvación para los puros de corazón. ¡Marcad, ángeles míos, con la señal de mi pertenencia a estos, mis hijos!
Recibid la bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Recordad siempre que hay más alegría en el Cielo por un pecador que vuelve a mí que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión.
Id pues y vivid mis palabras para que otros encuentren vida en mí.
Tened paz.

Lectura: San Mateo Cap. 27, Vers. 3 al 10.





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