25 de julio de 1997
Así como la lluvia desciende del Cielo a la tierra, y no vuelve a subir hasta que no la ha empapado, así mi Palabra desciende hasta vosotros y no volverá a mí hasta cumplir con su misión. Desciende hasta vosotros a través de estos mensajes, volverá a mí, habiendo fructificado en vuestros corazones, habiendo aumentado vuestra caridad, habiéndoos hecho habitantes del Cielo y así todo aquello que hoy os doy como Maestro, lo recibiré cuando lleguéis a las moradas celestiales preparadas para quienes no dejan pasar la oportunidad que el Señor da. Oídme, entonces, seguid mis consejos, tened en cuenta todo aquello que pongo delante vuestro y esperad el cumplimiento de aquel tiempo que os he prometido, pues si vuestro Señor lo ha dicho, así sucederá.
Veréis en estos días como continúan y recrudecen los ataques contra el santo sacrificio de la misa, cada día más, el ingenio del enemigo de las almas intenta destruir, esa, mi presencia entre vosotros.
Orad, orad para que vuestros pastores no caigan en la trampa.
Tened paz, recibid mi bendición que ella sea fortaleza en vuestras pruebas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Cada vez que necesitéis ayuda, no olvidéis que estoy a vuestro lado y que este es mi Santuario, aquí me encontraréis. Paz.
Lectura: I Corintios 12, Vers. 12 al 21.
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