AQUÉL QUE DICE AMAR A DIOS
QUE NO VE MIENTRAS IGNORA
A SUS HERMANOS
30 de septiembre de 1994
Sé bien que vuestra vida está repleta de dificultades y si las permito es por vuestra santificación mutua de dos maneras: permitiendo que aquellos que pueden, saben o tienen más, ayuden a aquellos que pueden, saben o tienen menos, ganando así méritos para el Reino Celestial. Mas también es mi deseo que aquellos que pueden, saben o tienen menos, sepan pedir a sus hermanos y doblegando su orgullo se declaren necesitados de ayuda, pues es tan hipócrita aquél que dice amar a Dios que no ve mientras ignora a su hermano como el que pretende solo la ayuda de Dios sin relacionarse con aquellos que lo rodean. Por eso os he puesto unos junto a otros para que os prestéis mutua ayuda y para que venzáis vuestro orgullo pidiendo en vuestras necesidades a aquellos en los cuales podéis confiar de una y otra forma; estas carencias ayudan al progreso espiritual de todos y es por eso que las permito.
Tened paz, vivid en paz unos con otros y mostrad vuestro amor en la preocupación por la salvación de muchas almas que aún se hallan lejos de mí.
Yo os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
No olvidéis de actuar siempre como los mensajeros de mi misericordia. Paz.
Lectura: Oseas, Cap. 2, Vers. 14 al 22.
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