28 de noviembre de 2008
No dejéis de lado la lectura de mi Palabra, pues allí encontraréis la respuesta a los interrogantes mayores de vuestra vida. La Palabra de Dios es siempre necesaria y más aún que las palabras humanas que hoy prometen y mañana mienten y fallan y engañan. Confiad en mí y en mi Palabra y tendréis un camino seguro para seguir. Cada día, reflexionad sobre una parte de la misma como os enseñé: Antiguo o Nuevo Testamento, y os sentiréis verdaderamente reconfortados. Allí están mis consejos, mis ejemplos y todo mi amor volcado hacia esta humanidad. Aprovechadlo. Tened paz. Mi mano se extiende para bendeciros en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: Amén).
El que oye mi Palabra y la practica jamás aceptará la mentira como forma de vida. Paz.
Lectura: I Timoteo, Cap. 3, Vers. 14 hasta el final.
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