Edición Nro. 46
25 de abril de 2008
No seáis como aquel atleta que abandona la carrera antes de terminar por su falta de entrenamiento. Que vuestra falta de fuerzas espirituales no os haga abandonar la misión que os encomendé y a la cual os consagrasteis cuando habéis jurado ser mis apóstoles fieles. No abandonéis la carrera, pues el premio es grande, mas solo está al alcance de aquél que llega al final. Solo la perseverancia os salvará verdaderamente. Entrenáos, pues, de aquella forma que yo mismo determino en vuestra vida, enviándoos cada vez lo que necesitáis: dolores, penas, agravios, engaños; todo eso, soportado por mí, os hará fuertes y verdaderos apóstoles. Nadie salva con una vida de regalo, libre de todo problema; nadie ayuda a otro si no ha sentido el dolor antes en su propia alma; y nadie se preocupa de la salvación del otro si apenas piensa de lo que será de su propia alma.
¡Apóstoles! ¡Tenéis un título importante! Mantenedlo con esfuerzo, ganad la carrera, luchad hasta el fin sin debilitaros jamás. Yo os he dado las mejores armas y el mejor alimento: mi propio Cuerpo. ¿Qué más podéis pedir para cumplir vuestra misión?
Recibid mi bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: Amén).
Guardaos bien del enemigo, pues está muy cerca vuestro. Guardaos bien de sus insidias porque están a vuestros oídos. Paz.
Lectura: Romanos, Cap. 12, Vers. 1 al 3.
EL BUEN PASTOR
COPYRIGHT BY FUNDACIÓN MISERICORDIA DIVINA
ASOCIACIÓN DE LAICOS CATÓLICOS
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