21 de julio de 2000
La palabra de vuestro Señor no desciende de lo alto sin cumplir en cada uno de vosotros una misión especial: toca vuestras almas, mueve vuestros corazones, os guía, os alimenta, os dignifica y os eleva: os hace nacer de nuevo. La palabra de vuestro Señor viene a vosotros por vuestro bien, si la aceptáis, si la seguís, si la guardáis. No rechacéis las enseñanzas del Cielo, porque dura será la vara de la Justicia contra esta humanidad. No rechacéis, pues, el amor de Dios y su misericordia, o os enfrentaréis con un juicio terrible. Volcad a vuestro alrededor mis enseñanzas; esparcid con mano llena mi misericordia, pues las almas la necesitan hoy más que nunca.
Tened paz. Recibid mi bendición, fortaleza y salud, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Recordad que aún los más pequeños detalles importan entre quienes se aman. Paz.
Lectura: San Marcos, Cap 12, Vers. 41 al 44.
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