15 de noviembre de 1996
De nada vale en el frente de batalla el soldado cobarde que rehusa la lucha y se esconde frente al enemigo, porque es vergüenza de sus compañeros y carga pesada para sus superiores, que lo despreciarán. De nada sirve el administrador infiel que piensa en su propio provecho antes de distribuir el justo salario a los trabajadores, porque su Señor lo quitará de su puesto y lo echará fuera, donde nadie querrá hacerse cargo ni contratarlo. En nada aprovecha el maestro mentiroso que enseña falsedades y pervierte a sus discípulos, porque una vez descubierto, su palabra no tendrá crédito alguno, y nadie prestará oídos a sus farsas. Nunca progresa el discípulo indiferente que aún frente a los más sabios consejos, sigue su propio albedrío, y error tras error acumula fracasos.
Sabed ver bien y comparar; sabed entender el significado de estas figuras, pues próximas son a cada uno de vosotros. Yo os aseguro que el cobarde, el injusto, el traidor, el indiferente, no tendrá lugar en mi Reino si no se arrepiente y se convierte.
Tened paz. Yo os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Quienes buscan la cercanía del Señor no serán defraudados; quienes se refugien en mi misericordia serán protegidos. Paz.
Lectura: Hechos de los Apóstoles, Cap. 5, Vers. 12 al 17.
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