CARGANDO...
POR FAVOR, ESPERE...




Cargando...
PROFECÍAS CUMPLIDAS Y MENSAJES CONFIRMADOS
ADVERTENCIAS FINALES
MENSAJES UNIVERSALES
MENSAJES SOBRE ARGENTINA
MENSAJES ESPECIALES
EL BUEN PASTOR Nro. 1 al 10
EL BUEN PASTOR Nro. 11 al 20
EL BUEN PASTOR Nro. 21 al 30
EL BUEN PASTOR Nro. 31 al 40
EL BUEN PASTOR Nro. 41 al 47
ÚLTIMOS MENSAJES
CONOZCA NUESTROS SITIOS


Edición Nro. 42

ANTERIOR     |     SIGUIENTE





DOS MAESTROS DE ESPIRITUALIDAD

17 de mayo de 1996

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Oíd con atención y no endurezcáis vuestro corazón a la voz del Señor: Habitaban en cierto pueblo dos maestros de espiritualidad. Uno de ellos, conocedor de los designios de Dios y de las debilidades humanas, predicaba la continua conversión y la más profunda ascética, enseñando a resistir las tentaciones y corrigiendo severamente los errores; mas, un solo discípulo seguía su camino. A la vez, otro maestro, enseñaba su doctrina de espiritualidad fácil, de pacto con las pasiones y los defectos, de un Dios que nada ve y al que nada ofende, que todo perdona, aún cuando ese perdón no se es pedido, y sus discípulos se contaban por miles; predicaba en grandes salones y todos sus seguidores lo admiraban, pues hablaba acorde a lo que ellos querían, aunque despreciaban las enseñanzas de Dios. Pues bien, todos murieron y el maestro y su discípulo, ambos sacrificados seguidores de la ley de Dios, gozaron del Cielo; y en el fuego eterno ardió el maestro y sus miles de seguidores a quienes se preocupó por agradar antes que a Dios, y en su suplicio caía en la cuenta de su error, mas no podía ya remediarlo: había equivocado el camino y sus seguidores, con él, habían todos perecido sin remedio.
Si vosotros estuvieseis en ese tiempo y en ese lugar: ¿qué maestro elegiríais?... Pensadlo bien, y que vuestra respuesta nazca de vuestro corazón, pues hoy tenéis esa oportunidad. Aquí estoy yo, el Maestro de los maestros, el Señor, que os llamo a vosotros, humanidad entera, a ser mis discípulos sacrificados ahora, pero gozosos y reinantes en el Cielo. Elegid, y no os equivoquéis, pues está en juego vuestra salvación eterna.
Yo os bendigo, que el Espíritu Santo os ilumine en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Que vuestras bocas hablen lo que el Espíritu Santo inspire en vuestros corazones, y así agradaréis al Señor. Paz.

Lectura: San Juan, Cap. 21, Vers. 15 al 19.





ANTERIOR     |     SIGUIENTE