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LA HUMANIDAD NECESITA CRISTIANOS
QUE ENTREGUEN UN TESTIMONIO CLARO
Y TRANSPARENTE, LIBRE DE ERRORES,
HUMILDE Y SIMPLE

5 de julio de 1991   |   Primer Viernes de mes

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Os he convocado hoy especialmente para que recibáis en vuestras coronas de Rosario, mi bendición, mas sabed que ningún poder tendréis contra el enemigo de las almas, si vuestra vida no coincide con mis pedidos, pues la fuerza para vencer a tan poderoso enemigo proviene de mi gracia y de vuestra voluntad libremente adherida a mí.
En el transcurso de la bendición mis Arcángeles renovarán en vosotros la señal de la cruz en vuestras frentes que os declara consagrados a mí, que os declara soldados para la lucha; mas en vosotros está dar el paso al frente en esta circunstancia especial en que la humanidad necesita cristianos que entreguen un testimonio claro y transparente, libre de errores, humilde y simple, pero poderoso, pues cuenta con el respaldo de mi amor misericordioso.
Muchos de vosotros entendéis mis Palabras, mas otros aun están indecisos. ¿Acaso pensáis que no veo en vuestros corazones? Si realmente creéis, practicad, y si no creéis, seguid vuestro camino siendo fieles a vuestra idea, mas no intentéis engañarme, pues nadie engaña a Dios.
Tomad vuestras coronas de Rosario en vuestra mano derecha (los presentes así lo hacen): Descienda sobre estas coronas, la bendición especial destinada a la protección contra los poderes del Infierno, sanación de los enfermos, libración de tentaciones y toda práctica que acerque a las almas a mí, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Comprended, entonces, que esta atención que hago con vosotros es simplemente una forma más de llamaros. ¡Entended y pronto! pues el tiempo se acerca en que las pruebas serán día tras día más duras para quienes deseen mantenerse firmes en su Fe.
Tened paz, amados míos, y vivid seguros bajo la atenta mirada de vuestro Dios.
Todos vuestros dolores nada son en comparación al gozo que recibiréis por vuestra lealtad a mis Palabras. Cumplid vuestra misión fielmente, cada uno en vuestro puesto de combate y allí estaré Yo, cuando me necesitéis, tendiéndoos la mano.
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá de par en par las puertas de mi corazón. Que mi paz quede con vosotros y habite en los corazones bien predispuestos.
¡Arcángeles, a lo vuestro!

Lectura: Jeremías, Cap. 33, Vers. 14 al 26.





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