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Edición Nro. 27

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NO OS QUEDARÉIS AL MARGEN
SI NO OS MARGINÁIS VOSOTROS MISMOS
ENCERRÁNDOOS EN VUESTRO EGOÍSMO

24 de mayo de 1991

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Mucho se habla en todo el mundo y mucho se trata de hacer en nombre de la libertad, mas fijáos bien quienes son aquellos que pregonan libertad y veréis que en realidad son los auténticos esclavos, esclavos del pecado, bajo cuyo dominio están, y a quién no pueden dejar. Aquellos que proclaman libertad para seguir sus propios caminos y vivir su vida disipada, no aceptan pues la libertad de aquellos que deciden vivir junto a Dios y desprecian al mundo, al demonio y a la carne. Aquellos que pregonan libertad dentro de la Iglesia y sin embargo no aceptan la libertad de conciencia de aquellos que viendo mi presencia ultrajada, deciden reparar inmolando sus vidas a mi servicio: ¿qué libertad pues entonces predican?
Oiréis a aquellos que hablan de liberación, liberación de todo aquello que pueda significarles un camino a seguir, pues solo prefieren su propio camino, a eso llaman liberación, y no ven que de esa forma, son esclavos de sus propios errores, pues son incapaces de cambiar su vida, y esa libertad que solicitan no pueden ejercerla pues están bajo el dominio de Satanás.
La auténtica libertad de los hijos de Dios, mantiene la mirada serena, la paz en el corazón, la fortaleza en las pruebas, la caridad constante; la auténtica libertad hace que el alma esté de continuo atenta a las insinuaciones del Espíritu Santo, sin basar su accionar en opiniones humanas carentes de esa luz especial; la auténtica libertad os hará capaces de los mayores sacrificios; la auténtica libertad los llevará a la patria celestial. No os dejéis oprimir por aquellos que en nombre mismo de esa libertad, buscan encasillaros entre los múltiples modelos ya existentes, pues cada uno de vosotros, sois irrepetibles, y como tales tenéis derecho de rendir culto a vuestro Dios en su Casa como vuestra conciencia os lo dicte sin que nadie pueda por ello condenaros.
No os preocupéis de aquellos que piensan y traman continuamente la destrucción de esta Obra, pues si ocuparan ese tiempo por la salvación de las almas, mucho de bueno habrían hecho, y esa libertad habría sido usada acorde a mi santa voluntad. Vosotros, amados, sois especialmente llamados a trabajar en estos momentos difíciles y a ofreceros de continuo por aquellos que aún no me conocen.
Yo os bendigo, recibid la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Haced florecer prontamente la semilla del Amor que Yo mismo he plantado en el surco de vuestra alma al llamaros a esta misión.
No quedaréis al margen, si no os margináis vosotros mismos encerrándoos en vuestro egoísmo.
Paz a los corazones bien dispuestos.

Lectura: San Juan, Cap. 14, Vers. 27 al 31.





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