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DE NADA VALEN LAS PALABRAS
QUE NO SON PUESTAS EN PRÁCTICA
Y DE NADA SIRVEN LAS ORACIONES
SI SE MANTIENE DURO EL CORAZÓN

1 de septiembre de 1989   |   Primer Viernes de mes

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Sed bienvenidos a esta casa que es mi casa y es lugar de oración, sed bienvenidos a este santo templo dedicado al culto a mi presencia eucarística y a mi Santa Madre.
No creáis que he olvidado mis promesas, cada primer viernes de mes, mis ángeles marcan vuestras frentes como señal de renovación del bautismo que habéis recibido, ellos marcan en vuestra frente la señal de la cruz que indica que vuestras almas me pertenecen y esta señal es indeleble, no podréis renegar de ella pues ya la habéis recibido en vuestro bautismo y vuestra presencia aquí ante mí certifica vuestra voluntad de querer renovar esa promesa de servir a vuestro Dios en espíritu y en verdad pues de nada valen las palabras que no son puestas en práctica y de nada sirven las oraciones si se mantiene duro el corazón.
Llevaréis también hoy ángeles custodios para los nuevos cenáculos, ellos trabajarán por la salvación de la almas pero vosotros debéis darle lugar con vuestra práctica, solo en aquellos hogares de práctica cristiana encuentran estos espíritus celestiales terreno apto para su trabajo, pues no podéis decir que confiáis en mis servidores si no me obedecéis, ¿quién puede despreciar al Rey y alabar al vasallo?, antes bien, si Yo os pongo servidores a vuestro lado es para que usando su intercesión os acerquéis más a mí.
Todo lo que necesitéis está en mi corazón misericordioso, todo lo que os falta en mí abunda. Venid a mí, hijos míos, siempre os espero aquí en mi prisión de amor (Sagrario), donde las llamas de mi corazón me abrasan y este fuego de amor es el que quiero encender en vuestros corazones, más cerca de mí, mayor calor sentiréis y más tendréis para dar.
Tened paz, la misericordia está sobre vosotros y os reitero un pedido: He solicitado se me consagre una ciudad (Berazategui, Provincia de Buenos Aires, Argentina) para protegerla especialmente y aún no se ha hecho nada sobre el particular, llevad mi pedido a manos de quién pueda hacerlo realidad.
Como un padre bendice a sus hijos antes de dejarlos partir de su casa, como un hermano abraza a su hermano antes de un largo viaje, como una madre besa a su hijo antes de enviarlo a visitar parientes lejanos, así os bendigo Yo, recibid bendición abundante y gracia en vuestros corazones en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Seguid el camino que os he marcado y recordad estas horas de gozo en los momentos de prueba. Sed fieles con Aquél que es siempre fiel, sois vosotros destinatarios de todo mi amor.
La paz con vosotros.

Lectura: I Corintios, Cap. 4, Vers. 6 al 14.





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