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NADA HAY OCULTO QUE NO SALDRÁ A LA LUZ,
NADA DEJARÉ POR DECIR SI DEBO DECIRLO

4 de agosto de 1989   |   Primer Viernes de mes

La paz con vosotros, ovejas de mi rebaño.
Os había anunciado con mucha anticipación que seríais duramente rechazados, aún en el seno de mi Iglesia, no perdáis por esto la paz, pues luego del rechazo puede abrirse una puerta mayor si hay buena voluntad de ambas partes.
Nada hay oculto que no saldrá a la luz, nada dejaré por decir si debo decirlo ahora en vuestro tiempo pues Yo sé cuando cómo y dónde. Y si os aducen falsedad en estas comunicaciones celestiales en las cuales os he anticipado estos rechazos, con sus negativas y persecuciones, no hacen más que dar cumplimiento a mis profecías anteriores y por consiguiente con esta actitud corroborar la autenticidad de mis palabras.
Os he dicho que esta lucha está entablada y hay unión entre las fuerzas del Cielo y de la tierra contra los poderes infernales desatados con toda furia contra la humanidad, los hijos de la luz, vosotros, mis hijos, tenéis el deber de alumbrar y llevar con vuestro proceder, mis consejos, mis palabras, mis consuelos, a aquellos que lo necesiten. Vosotros debéis ser la misericordia en persona, vosotros debéis ser el amor de Dios que se muestra a todos por igual. No hagáis vosotros, acepción de personas como vuestro Señor no la hace, bendecid a quienes os persiguen y construid con el bien la nueva civilización del amor. Un nuevo brillo dará al mundo y a la Iglesia la intervención del Espíritu Santo, ¡oh intervención poderosa que a las puertas está y que renovará todo con el paso del fuego!
No temáis por la estabilidad de esta Obra pues los míos siempre os reconocerán y ya sabéis que prefiero pocos y fieles.
Los Ángeles Custodios para los cenáculos están aquí hoy y partirán a cumplir su misión luego de recibir mi bendición final. Usad de ellos como ayuda y apoyo en todo momento, pues los momentos de dificultades son los preferidos por el demonio para sembrar la desazón en las almas elegidas para mi servicio, por eso os digo recurrid a ellos, su misión es ayudaros.
A las puertas del mensaje universal, cuyas consecuencias solo Yo sé y cuyos beneficios serán tan grandes como nadie puede preveer pues los hombres solo reconocen lo que pueden sentir, gustar, tocar, ver, oler, oír, en cambio existe otra realidad, la realidad del espíritu y de las cosas eternas, en esa realidad se ha entablado la batalla, y en esa realidad espiritual estáis trabajando vosotros. Tened paz en vuestros corazones y no dejéis jamás de recurrir a mí presentándome vuestros pedidos, pues hay lugar dentro de mi corazón para cada uno de ellos. Tened la íntima alegría de vivir en el camino recto, aún con lágrimas en los ojos, tened el suave consuelo de practicar el bien pues los ojos de vuestro Señor siempre están sobre aquellos que lo siguen.
Os bendigo, recibid la gracia del Señor en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Feliz aquél que escucha la Palabra de su Dios y la pone en práctica pues un lugar hay en el Reino de los Cielos para él.
Tened paz, que mi amor os mantenga siempre unidos.

Lectura: Romanos, Cap. 3, Vers. 21 al 26.





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