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SABED LEER LOS SIGNOS QUE VUESTRO SEÑOR
OS MUESTRA Y ESTARÉIS SIEMPRE
A TIEMPO DE REACCIONAR

RAMOS MEJÍA, 10 de marzo de 1989
PARROQUIA SANTÍSIMO REDENTOR

Paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Llamaos felices por oír la voz que muchos han querido y no han podido oír, llamaos felices y alegráos por sufrir por Aquél que os dará de su Corazón, a beber manantiales de agua viva por haber creído, llamaos felices por soportar el peso de las cruces de cada día con amor y paciencia, llamaos felices y alegráos cuando este mundo perverso os deje de lado y os considere poca cosa, cuando esta gente de hoy, impía, os llame “hombres de poco valor”, pues allí, en ese preciso instante, estáis adquiriendo vuestro verdadero valor como hombres y es lo que valéis frente a mis ojos.
No temáis ni retrocedáis en vuestra vida de fe, no dejéis que el mundo gane la batalla en vuestro interior, no os hundáis nuevamente en una situación de pecado irremediable, acudid a mí, buscad fuerzas. Vosotros también, pequeños, erais unos más de aquellos, mas mi voz os ha levantado, mi Palabra os sostiene, mi gracia os anima, mi Iglesia os recibe, no retrocedáis, sed quienes sóis por mí.
Recordad cuando os dije que este año estaría fuertemente marcado con sangre y así lo es, pues el alto costo en vidas humanas, que se está tomando en este tiempo, es otro de los signos de la perversidad e ingratitud del hombre. Sabed leer los signos que vuestro Señor os muestra y estaréis siempre a tiempo de reaccionar. Y también sabed que falta mucho aún por suceder en este año cargado de dolores para aquellos que no entienden la Voluntad de Dios, cargado de inseguridades, plagado de desdichas. Este país (Argentina) en su conjunto, debe sufrir una purificación muy especial y dolorosa, pues si desde aquí, mis nuevos apóstoles están preparando su tarea evangelizadora, desde aquí también el demonio trabaja con fuerza especial para hundir este movimiento de apostolado, de oración, de profunda piedad, de amor a la Iglesia. Vosotros sóis lo que sóis, porque Yo os he llamado de la nada, a ser, y seréis, si sóis lo que Yo quiero que seáis.
Si no cae una gota de lluvia sin mi permiso, si no canta un pájaro sin mi consentimiento, ¿cuánto más me ocuparé de vosotros que deseáis perfeccionaros en el seguimiento del Señor? Pedid confiados, pedid con fe, sed como niños de la mano de vuestro Padre.
Continuad vuestra oración, mi amor por vosotros es continuo. Orad, pues así agradáis a vuestro Señor.
Desde mi prisión de amor (Sagrario), donde he deseado estar por vosotros, para vosotros, y luego en vosotros en cada comunión os bendigo.
Valorad mi presencia cuando aún estoy entre vosotros, no sea que por no valorar lo que tenéis os sea quitado.
Recibid bendición de Quién es amor y os da amor, en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, decid Amén (Todos responden: “Amén”).
Habéis dicho “Amén”, debéis vivir “Amén”. Tened paz.

Lectura: II Libro de las Crónicas, Cap. 2, Vers. 10 al 12.





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