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JESÚS VEN A MÍ, TE AMO

SAN MARTÍN, 14 de noviembre de 1987
CENÁCULO MARÍA REINA VICTORIOSA

Venid a mí, dice el Señor, venid a mí los que estáis agotados por los problemas de la vida. Venid a mí, los que no encontráis el sabor a nada de este mundo, venid a mí los que no habéis alcanzado felicidad alguna que sea duradera. Venid, tomad, bebed de la misericordia divina, impregnáos en mi Amor, sed hombres nuevos para este mundo, pues falta hace que renovéis vuestro compromiso conmigo, para poder dar buen ejemplo frente a vuestros hermanos y así conseguir vuestra salvación.
Nadie está solo pues a todos veo y atiendo y con todos hablo. pero oídme, abrid los oídos de vuestra alma, venid a oír, no os quedéis al margen de la Obra que el Señor realiza, pues toda Obra encarada por vuestro Señor bendice a quién trabaja en ella, lo enaltece y lo convierte en una criatura nueva y capaz de los mayores sacrificios. Aún no estoy conforme con vuestra entrega y veo que conserváis muchas costumbres que no son de mi agrado, debéis tratar de cambiar, debéis esforzaros por ser más prudentes en vuestras palabras.
Recordadme durante el día, nombradme en vuestros lugares de trabajo, en vuestra intimidad, nombradme y estaré allí; decid, en algún momento: “Jesús, ven a mí, te amo”... Veis como desciende la paz, repetid en vuestros corazones: “Jesús, ven a mí, te amo”... Así lograréis contacto permanente conmigo y el mundo no os avasallará. En las tentaciones recordad: “Jesús, ven a mí, te amo”... y venceréis con la fuerza del Espíritu Santo.
No deseo que mis reuniones, en las cuales se ora, se transformen en otra cosa que lugares de oración, ocupáos de eso. Solo se debe orar y hablar de los temas de mi Obra, toda otra cosa ajena, no es buena a mis ojos. Pulid estas reuniones, no creáis que habéis alcanzado la perfección, porque así os hundiréis.
Muchos de vosotros deseáis saber sobre el fin de este mundo o el fin de los tiempos o el principio del fin, mas vuestro Señor os dice, preocupáos de lo bueno, preocupáos de la gracia, preocupáos de la conversión, lo demás nunca podrá superar mi gracia en ustedes. Y no os perdáis en pensamientos vanos ni en afanes desmedidos, sobre todo mantened la caridad fraternal entre vosotros. Y recordad siempre: vuestro Señor os ama.
Mi Madre también desea bendecir y lo hará hoy terminado este misterio.
Dice el Señor que hay caminos insospechados para esta Obra y que no dejen de consultar las iniciativas para que pueda mantenerse todo según sus planes. Dice que recemos la última decena por la paz, porque el horror de la guerra está ocupando gran parte del mundo y esa amenaza de muerte está por todos lados, dice el Señor, pero no oréis por temor, dice el Señor, que oremos por amor a nuestros semejantes y para que salven ellos también sus vidas de ese flagelo que es la guerra. Nunca tema, dice Jesús, el que quiera de corazón estar a mi lado, pues Yo lo guiaré y mi Madre lo aconsejará.
Se ve el rostro de la Virgen muy sonriente y muy iluminado y está muy contenta Ella.
Pero sigan rezando, dice el Señor, y sigan ofreciendo sacrificios y verán como Yo me muevo muy bien entre ustedes si me dan lugar.
Sigamos rezando.
Va a bendecir el Señor los objetos, todos los que están aquí y que levanten también los que tienen porque el Señor y la Virgen van a bendecir y dice el Señor que quede bien en claro que soy Yo, dice el Señor, el que bendice y no tú, o sea, es el Señor quién da la bendición. Ahora, dice que levanten todos los objetos que también la Santísima Virgen va a dar su bendición.
Recibid la bendición, me está diciendo el Señor, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dice el Señor que estos objetos que llevamos llevan especial gracia para pedir por la conversión de los mayores pecadores, de los que están más alejados, de los que no quieren acercarse a la Iglesia y de los enemigos. Aquellos que recen portando esos objetos tendrán mayor fuerza del Cielo para pedir por ellos y su conversión.
Va a bendecir el Señor a las personas.
Ponéos de rodillas. Recibid de vuestro Señor la abundancia de la gracia, la riqueza de la misericordia que aún espera por cada uno de vosotros y todo el amor es especial para cada uno de vosotros, pues por cada uno he venido a este mundo y a cada uno llamo a mi lado, recibid del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Sed fieles hasta el fin y Yo os auxiliaré.
Regresad a vuestros hogares en paz.




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