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PARA NADIE ES TARDE

Córdoba, 6 de marzo de 1988
CENÁCULO NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

Ha estado aquí y aún está nuestra querida Madre, la Santísima Virgen, el Señor desea que este lugar de oración se llame “Nuestra Señora de la Esperanza”, pues mientras sigamos el camino que María nos marca, tendremos esperanza de salvación para nosotros y para nuestros hermanos y las puertas de la gracia no serán cerradas.
Ella estaba aquí frente a nosotros, un poco más arriba que esta otra imagen y lleva algo muy especial como una capa de color blanco que cubre su cabeza y bordeada con pequeños pimpollos de rosas blancas, las cuales significan la esperanza, pues toda flor en pimpollo aún es esperanza de una flor madura y así todas nuestras oraciones son pequeñas flores que alrededor de María alcanzan luego su plenitud.
Paz a vosotros rebaño mío, quietud en vuestros corazones, armonía en vuestro espíritu, oíd la voz del que habla. He venido hasta aquí a buscaros, elegid el camino correcto. Ya os he dicho en repetidas veces que mi Madre os enseñará y explicará todo y os traerá a mí, aferráos a esta devoción que hoy les presento.
Esperanza, esperanza hay aún para vosotros si la imitáis a Ella, siempre Madre, siempre preocupada por todos y cada uno de sus hijos.
Muchos decís, “Señor, no tengo Fe”, ved y recordad como he levantado a Lázaro de su tumba.
Muchos decís, “Señor, tengo miedo”, ved como he sacado a Pedro de las aguas.
Muchos decís, “Señor, temo al enemigo” y recordad como he hecho acallar al viento y las olas y como he expulsado los demonios hacia los cerdos con solo mi Palabra. Si antes lo he hecho por otros puedo bien hoy hacerlo por vosotros.
Muchos decís, “Señor, estoy frío como el hielo”, recordad a Magdalena llorando a mis pies, con esas lágrimas lavó sus faltas. Llorad vuestros pecados, arrepentíos y recuperaréis el calor de la fe en vuestro corazón.
Muchos de vosotros decís, "Señor, esto es demasiado difícil para mí”, recordad que si os entregáis, Yo seré en vosotros, y actuaré en vosotros y haré Yo por ustedes todo lo que me pidáis.
Muchos de vosotros decís, "Señor, estoy desesperado”, orad, venid aquí, esta Madre de la Esperanza os consolará, os quitará ese velo oscuro, que os oscurece los ojos del alma, y me veréis brillar en plenitud como habéis visto el sol anunciar mi llegada1.
Muchos de vosotros pensáis, “es tarde para mí", y Yo os digo, Palabra de la Verdad, Palabra del que habla y enmudecen los cielos. Para nadie es tarde si estamos en tiempo de Misericordia, más aún, he venido a buscaros a vosotros, los que creéis que es tarde o que estáis más alejados.
Legiones de ángeles acompañan a mis seguidores en sus luchas, a vosotros y a todos, dadles cabida en la oración, ese es el puente que os une a vosotros con el Cielo. La oración es canal, diálogo abierto entre el mundo espiritual y este mundo, por ello así vengo a vosotros, siempre a través de la oración.
Muchos de vosotros pensáis, “Señor, no ejerzo convenientemente los deberes de mi estado” y Yo os digo, tomad ejemplo de los santos, cada uno de ellos en distinta forma ha sabido cumplir mi Voluntad, vedlos a ellos a imitación mía, me veréis a mí y seré Yo en vosotros, pero debéis doblegar vuestro orgullo junto con vuestras rodillas y debéis orar con confianza. ¿Creéis que os daría esta paz si no estuviera aquí? ¿creéis que el enemigo os molestaría como lo hizo hasta hoy sino fuera por mi permisión para probaros y para fortaleceros en estas luchas que se irán haciendo cada día más cruentas? Mantenéos unidos, mantenéos firmes, mantenéos adheridos a la Santa Iglesia, solo así podéis lograr el triunfo.
Va a dar, el Señor, la bendición a todos los objetos piadosos que están aquí, bendición que alcanza a todos los que están aquí presentes en cualquier lugar. Por la gracia será llevada a cada uno de esos objetos por los ángeles del Señor. Dice el Señor que hay que levantarlos para que Él los pueda bendecir ahora.
Descenderá sobre vosotros un rayo de misericordia que dará la bendición a estos objetos haciéndolos poderosos y efectivos contra las insidias del enemigo. Tenedlos siempre con vosotros y os resguardarán según vuestro estado de gracia plena.
Recibid bendición también personalmente a vosotros, en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sabed que los caminos del Señor son insondables y están tan lejanos de vosotros como el Cielo de la tierra, dejadme hacer y confiad. Id en Paz.

Lectura: San Lucas, Cap. 6, Vers. 17 al 19.


1 Reunión al aire libre. Algunos asistentes aseguran haber visto girar el sol.




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