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DEJÁOS YA DE RENOVAR COSAS
QUE ESTÁIS ARRASTRANDO LAS COSAS BUENAS
HACIA LOS DESPERDICIOS

Berazategui, 22 de enero de 1988
Cenáculo Jesús y María por la salvación de la almas

Dice Nuestro Señor: Renovar, renovar, en estos días, solo se oye palabras y pedidos de renovación. Todo desean renovar. Decid ahora, dice el Señor, si ese sol que véis día a día, es o no el mismo que fue creado. Y si Yo he considerado en renovarlo. Renovar, ¿he acaso renovado las estrellas cada noche?, renovar, ¿qué deseáis renovar?, lo que quiero que renovéis es vuestro fervor, lo que quiero que renovéis es vuestra consagración a mi corazón y al de mi Santísima Madre, lo que deseo que renovéis es vuestra piedad, renovada y reforzada logrará gracias abundantes como aquí hoy.
Dejáos ya de renovar cosas que estáis arrastrando las cosas buenas hacia los desperdicios, dejáos ya de mover cosas dentro de mi Iglesia pues debe ser así como Yo la fundé como debe mantenerse, dejáos ya de querer cambiar a vuestro Dios, sabed que Él es siempre el mismo, el que siempre es, el que siempre os acompaña. Sabed que el Señor no necesita renovarse, porque Él es siempre nuevo y actual.
Muchos debido a esa renovación han desacralizado mi Iglesia y ya no se respetan mis sacramentos.
Este llamado ya ha sido hecho pero es reiterado hoy y a vosotros os corresponde hacerlo realidad con vuestras obras; si otros no respetan mi presencia, respetadla vosotros por ellos.
Ved que el tiempo se acorta, ved que los años ya no son tales, ved que los meses avanzan con peligro para esta humanidad pervertida. Si os quedáis dormidos no despertaréis en mi Reino seguramente, si os quedáis sentados nadie vendrá a alcanzaros la salvación servida en bandeja de plata, solo el demonio hace eso1, solo el enemigo de las almas os tranquiliza, os sienta, os aplaca, os disminuye.
Yo os quiero fervorosos, Yo os quiero actuantes, Yo os quiero humildes, sumisos en obediencia a la Santa Madre Iglesia.
Durante esta semana, practicad el rezo del santo rosario con los brazos en cruz por el Sumo Pontífice. Nuevamente el enemigo está preparando planes en su contra y no deja de maquinar insidias para afectarle. Mi Madre y Yo necesitamos vuestras oraciones; hacedlo, es un pedido de amor.
Lograd que en vuestras parroquias se realicen horas santas, es necesario que Yo esté presente expuesto en el Santísimo Sacramento para alcanzar las gracias a los fieles que vienen a mí; trabajad también por ello.
Ya basta y vuelvo a repetir, basta de renovar pues renovación sopla el enemigo al oído de los que quieren relajar la disciplina en las ordenes religiosas, renovación, dictan los demonios, a los que quieren quitar todo respeto durante las Misas. ¡Renovación, renovación!, gritan los demonios a los vientos en contra del rezo del santo rosario y sabed hoy y Yo lo digo: quién no reze el santo rosario, no será nunca de los míos, sabedlo así: santo rosario es protección de la Madre y es vuestra credencial de entrada a mi corazón, no digáis luego que no os he advertido, pequeñas ovejas, rebaño de hoy, no creáis que son pocos, pues con pocos hago mucho, ya lo he dicho, y a vosotros os he llamado y no a otros. Trabajad con humildad, trabajad con perseverancia, mantened la fe, que bastante trabajo os costará, dejad las grandes obras y empresas a mi cargo, Yo os guiaré, Yo os proveeré, Yo os diré todo lo que debéis hacer, soy Padre, vosotros sois mis hijos.
Voy a daros mi bendición ahora, ponéos de rodillas; os pido a vosotros, representantes de mi Iglesia2 que terminada la oración bendigáis a estos pobres que andan como ovejas sin pastor en busca de la verdad, os cedo el lugar de la bendición final y por ese motivo realizo ahora la bendición. Al final, siempre, la bendición debe darla mi Iglesia, recibid en abundancia lo que el Señor tiene para vosotros, Yo os sano de vuestros males, si creéis en mí, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Elevad los objetos piadosos y serán benditos también, recibid bendición y gracia en abundancia para transmitirla a vuestros hermanos enfermos y a todos aquellos que necesitan de mi Palabra, bendición a estos objetos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
No os dejéis ganar por el desgano, no os dejéis hundir por la rutina, luchad, avanzad, mantenéos unidos, siempre habrá alguien para guiaros.
Volved a sus hogares en paz. Vuestro Señor vela por vosotros.

Lectura: San Juan, Cap. 8, Vers. 52 al 59.


1 Hacer creer eso.
2 sacerdotes presentes.




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