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DECID A LOS SACERDOTES
QUE YO LOS INVITO A SEGUIR MIS PASOS

22 de julio de 1987

Dice el Señor que muchos de nuestros problemas y dificultades son por no llevar una vida ordenada según la ley que ha dado el Señor. Debemos distribuir los tiempos de manera tal que podamos hacer cada cosa con el empeño y atención posible y todo dedicado a Él. Nuestros tiempos de oración aún deben estar predeterminados para poder llegar mejor a ellos. Dedicad una hora, una hora fija para la oración por día, sería lo ideal un momento determinado en el cual se dedique cuerpo, mente y espíritu al Señor.
Decid a los sacerdotes que Yo los invito a seguir mis pasos, venid a mí y entraré a ustedes, hablad conmigo y os oíré. Hay entre ustedes dos clases, aquellos que han sido llamados y aquellos que han puesto su empeño en seguirme con algunas dudas sobre su vocación. No os fijéis en los caídos, mirad a los que aún están de pie y os guían, así como el Cielo está lleno con los que han seguido mi ejemplo, en el fuego eterno arden muchos que con sus labios me amaban.
Sed más conscientes de mi presencia a través de vuestras manos consagradas por mí, no las manchéis con manejos extraños, no debéis tener en vuestras manos nada que no sea santo y agradable a mis ojos.
Consolad a este pobre rebaño y ved si siguen así a alguien que es uno entre ustedes,1 cuanto más os seguirán a ustedes, pastores oficiales, seguidores elegidos desde el principio y son para ustedes estas palabras, desde el vientre de tu madre, Yo te elegí, bajad vuestras frentes hacia el pueblo, hacia este rebaño que está como ovejas sin pastor, cuando elevéis vuestras manos cargadlas con plegarias de estos santos que no saben a quién recurrir y si no hacéis caso de mis pedidos a tiempo, muchos se perderán, como ya se perdieron, de vosotros y de ellos; que poco les costaría si se pusieran en mis manos. Bendecid a todos. Desapegáos del mundo, esforzad vuestras vidas, no seáis cómodos, no seáis simples,2 sed profundos porque Yo les he dado lo de todos, los problemas de todos, son vuestros problemas, como lo eran míos y lo son míos. Cada hijo que os habla es quién ahora les habla y no diréis luego en mi Reino, “Señor, Señor, estuvimos a la mesa contigo”, porque por vuestros frutos os juzgaré mañana.
Vosotros habéis escudriñado las Escrituras y tenéis verdad en vuestras mentes, más cerráis vuestro corazón. Corazón cerrado a Dios es piedra que hunde al alma hasta el fondo del abismo, quitad ese contrapeso, poned alas a vuestra alma, elevaos hacia mí.
¿Cuándo Yo he querido, sumo sacerdote vuestro, una Iglesia sin oraciones? Yo os he dado el ejemplo, he pasado la mayor parte de mi vida terrestre compungido en oración por el resto del rebaño pues esa era mi misión y esa es vuestra misión. Hijos, si no oráis y pedís al Padre, ¿qué os dará?, pedid y se os dará.
¿Habéis ya alcanzado el Cielo?, si no lo habéis hecho, entonces, doblad vuestra rodilla.
Ved que os amo profundamente y conocéis bien por qué, que no os entretenga más el enemigo con vacíos deseos de vanagloria.
Siempre os espero y os esperaré pues Yo he sido quién los contrató para construir mi Obra y a nadie más que a ustedes corresponde el primer reclamo. Permitidme hoy estas palabras hacia ustedes ya que día tras día vuestras palabras suben hasta mí y ya que tantas veces os habéis puesto en mi lugar, pondreme Yo hoy en el de ustedes, apacentad mi rebaño si me amáis y si no lo hacéis por amor hacedlo por agradecimiento.
Recordad hoy que he venido a ustedes, ordenad vuestras vidas acorde con lo que os he revelado hasta ahora.
Ya había sido dicho pero aún no ha sido cumplido como me agrada.
Hoy os bendeciré especialmente.3 Dice el Señor, bendigo estos lazos de unión entre vuestras almas y el alma que habita en la luz inaccesible.
Recordad que es un signo material4 de otro bien que os espera. Acercadlos a los enfermos, son vuestras armas. Yo os bendigo en el nombre del Padre, Hijo, Espíritu Santo.
Y para aquellos que argumentan, aquí bendice el Señor y nadie más, pues este pequeño hombre, no puede conceder a nadie una sola de las gracias que Yo derramo sobre ustedes. Recibid bendición y paz en nombre de quién os ama.
La fuerza del Espíritu actúe a través de ustedes y os haga dignos apóstoles, os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Que en el camino de mi Reino siempre habrá un escalón más para subir y allí os espero.
Llevad mi paz a todos, transmitid con vuestros gestos, vuestra palabras, vuestras miradas.
Vuestros ojos son los míos si creéis en lo que he dicho. La paz esté con ustedes.

Lectura: San Mateo, Cap. 12, Vers. 1 al 8.



1 el vidente.
2 por no hacer más que lo indispensable.
3 Bendición de los objetos y de las personas.
4 los objetos bendecidos.



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