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DEBEN DEJARSE SUMERGIR
EN EL ABISMO DE LA MISERICORDIA

13 de marzo de 1987

Hoy los he unido, el primero y el último están aquí, los primeros en ser llamados y los más recientes pero a todos pago igual, la misma moneda será para el trabajador antiguo que para el recién llegado porque aún la misericordia mueve mi corazón hacia ustedes.
Los que esperan recibir, hoy recibirán, los que crean oír, lo están oyendo de mí, dice el Señor.
El que busque algo más de los que hay, encontrará pena, pues no hay nada detrás de Dios.
Quiero más oración de su parte, hijos amados, sus oraciones suenan huecas a veces a mis oídos. Espero aún que aprendan a poner espíritu y sacrificio, voluntad, solo un poco más de voluntad. No importa el número, importa la calidad, con que ustedes dirigen sus oraciones a mí.
Miren que castigo fuertemente las curiosidades del hombre con dolores desconocidos para ustedes, sepan ser cautelosos, creen estar manejando cosas de hombres, esto es cosa del Señor, dice Jesús, este es mi asunto. Administren con cautela, palabra santa manejan sus bocas, gestos santos reflejan sus cuerpos, sepan responder al llamado de su Dios.
No pidan cada vez oír más, si es cada vez cumplir menos, deben dejarse sumergir en el abismo de la misericordia. Oren, pidan, pero entreguen, el que no da, no recibe, den de su espíritu y recibirán mis gracias.
Vuelvo a repetir, sepan que manejan cosas de Dios, muévanse con respeto, con santidad, con pureza, sin curiosidades inútiles, sin preguntas frívolas, vayan al fondo, al centro a lo que Yo, el Señor, pido y cúmplanlo con todas sus fuerzas, lo demás vendrá solo.
Lo demás es agua que baja por el torrente de la misericordia.
Tengan paz, hijos, al final los bendeciré especialmente a cada uno.




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