19 de mayo de 2006
Cuando un río se seca, aunque mantenga su nombre, pierde su poder y su fuerza y ya no es dador de vida sino lecho árido. Lo mismo sucede con vuestras almas: si dejáis que se sequen, solo tendréis el nombre, mas no tendréis fuerza ni poder alguno contra el enemigo, ni podréis dar vida a otros.
Alimentad el caudal de vuestras almas con mi gracia, recibiéndome con frecuencia y dignidad, pidiéndome las fuerzas en la oración, entregándoos por completo al trabajo por mi Obra.
Me agrada sobremanera que mis palabras hayan visto la luz nuevamente. Seguid adelante. Dad a conocer los deseos de vuestro Señor.
Tened paz. Yo os bendigo, si vuestros corazones están abiertos y limpios, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: Amén).
Mi Obra perdura a través del tiempo, pues Yo soy quién la guía a través de mi instrumento. Tened paz.
Lectura: San Marcos, Cap. 7, Vers. 6 al 8.
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