17 de junio de 2005
No seáis ingratos con vuestro Señor. ¿Acaso habéis olvidado cómo os llamé a formar parte de mi Obra, cómo os elegí y os guié para llegar a mis pies y poneros a mi servicio, cómo os protegí del mal en infinidad de oportunidades, cómo os bendije con mis gracias, cómo os acompaño, cómo mis ojos llegan donde no llegan los vuestros y mis manos bendicen donde las vuestras no alcanzan? ¿Habéis olvidado a vuestro Dueño y Rey? Hasta puse en mi Santuario un ángel especial a vuestro servicio. ¿También a él lo habéis olvidado? Aún tenéis oportunidad de enmendar vuestra vida. Poned voluntad y sed firmes, pues de otra manera sucumbiréis a las tentaciones. No recordéis lo pasado, pues pasado está. Ved el futuro, el verdadero futuro: aquel que Yo tengo en mis manos para vosotros y para mi Obra, a la que nunca abandonaré.
Paz a los corazones limpios y simples.
Recibid mi bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: "Amén"). Recordad: la ingratitud no es un buen pago para un Dios que os ama.
Lectura: San Lucas, Cap. 1, Vers. 39 al 45.
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