5 de mayo del 2000 | Primer Viernes de mes
Muchas oraciones se elevan hacia Mí pidiendo la salud de los cuerpos y de las almas, atormentados por enfermedades, y no puedo hacer oídos sordos a estos pedidos.
Volveréis a tener oportunidad de traer los enfermos a mí el último domingo de este mes. Aquí llegarán con sus males para ser bendecidos. Yo los sanaré; Yo los liberaré de las influencias del mal; Yo entraré en sus vidas para unirlos a mí.
Preparáos, pues, para recibir a los peregrinos convenientemente, y hacer que muchos sepan de éste, mi Santuario, lugar donde mi misericordia se extiende sin límites sobre todos.
Tened paz. Conocéis bien vuestro trabajo. Yo estaré con vosotros. Recibid mi bendición, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”). Ninguna gracia concedida es comparable a la gracia de la verdadera conversión. Paz.
Lectura: I Corintios, Cap. 14, Vers. 6 al 11.
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