CARGANDO...
POR FAVOR, ESPERE...




Cargando...
PROFECÍAS CUMPLIDAS Y MENSAJES CONFIRMADOS
ADVERTENCIAS FINALES
MENSAJES UNIVERSALES
MENSAJES SOBRE ARGENTINA
MENSAJES ESPECIALES
EL BUEN PASTOR Nro. 1 al 10
EL BUEN PASTOR Nro. 11 al 20
EL BUEN PASTOR Nro. 21 al 30
EL BUEN PASTOR Nro. 31 al 40
EL BUEN PASTOR Nro. 41 al 47
ÚLTIMOS MENSAJES
CONOZCA NUESTROS SITIOS


Edición Nro. 42

ANTERIOR     |     SIGUIENTE





POBRE DE AQUÉL
QUE ENDURECE SU CORAZÓN

1 de noviembre de 1996   |   Primer Viernes de mes

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Contempladme clavado en la cruz... ¿Sabéis, pues, quién me ha juzgado y condenado a una muerte tan atroz?... Pues vosotros mismos, cuando juzgáis y condenáis a vuestros hermanos, cuando ponéis en tela de juicio la reputación y el buen nombre de quienes os rodean, sin motivo, cuando en vuestros pensamientos faltáis a la caridad... ¿Sabéis, pues, quienes han enclavado mis manos?... Vosotros mismos, cuando no sabéis ser generosos ni dar con abundancia lo que gratuitamente habéis recibido: vuestro tiempo, vuestros dones, vuestro amor... ¿Conocéis, pues, a quién ha enclavado mis pies?... Pues sí, habéis sido vosotros, cuando no acudís con prontitud en ayuda de vuestros hermanos, cuando no trabajáis con celeridad en cuanto se os encomienda, cuando realizáis un apostolado cómodo, cuando nada sacrificáis por mí... Y esa corona de espinas, ¿quién la ha colocado en mi cabeza?... Vosotros, con vuestro orgullo y soberbia; vosotros, cuando despreciáis la humildad; vosotros, cuando dejáis correr vuestros pensamientos en lugar de oír mis enseñanzas. ¿Y quién, pues, ha traspasado mi corazón?... Vosotros, cuando desconfiáis de mi intervención y os valéis de medios humanos, cuando os desinteresáis de la salvación de las almas para pensar en vuestro propio provecho... Vosotros sois y no otros, quienes habéis realizado ésto.
¿Y cómo repararlo? Dando pues más de lo que habéis dado hasta ahora, curando mis Llagas con vuestras lágrimas, sanando mis heridas con el aceite de vuestras oraciones y los paños limpios de vuestras buenas obras, abrigando mi Cuerpo con vuestra caridad. Vosotros, y no otros habéis sido, y por vosotros así estoy. Pensad y meditad cada vez, cada día un poco, y mi entrega no habrá sido en vano.
Tened paz, yo os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Feliz de aquél que comienza una nueva vida con su esperanza puesta en el Señor; pobre aquél que endurece su corazón frente al amor de los amores. Paz.

Lectura: Jeremías, Cap. 10, Vers. 23 al 25.





ANTERIOR     |     SIGUIENTE