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Edición Nro. 42

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EL VERDADERO TESORO

21 de junio de 1996

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Dejad de anhelar continuamente los éxitos y comodidades, el poder, las diversiones, y todo aquello que el mundo ofrece a los impíos; dejad de desear vivir como ellos. No manchéis vuestros pensamientos creyendo que Dios es injusto con sus seguidores y paga mal a quienes le sirven, pues aquellos impíos que hoy son y mañana desaparecerán, deberán rendir cuentas sobre cada uno de los bienes que han administrado de mala manera y en provecho propio, olvidando servir al Señor. Y aquellos que sacrificando parte de su vida o su vida entera han ascendido por el camino de la conversión, tendrán su justo premio; porque si el príncipe de este mundo no olvida a sus seguidores, tampoco el Señor lo hará. No tengáis en cuenta como éxito la aparente tranquilidad en que viven pues no conocéis la severidad de su juicio.
Fortaleceos en las pruebas, marchad con firmeza por sobre vuestras propias limitaciones, no abandonéis vuestro crecimiento. Yo no os dejaré, pues no hay en el mundo una mano tendida hacia mí que no haya sido tomada, ni una plegaria dicha con amor que no haya sido oída, ni una necesidad puesta con confianza en mis manos que no haya sido solucionada prontamente, pues soy yo el Rey de Misericordia y la daré a mis fieles en abundancia siempre.
Tened paz, mi bendición a vosotros que habéis elegido hoy mi compañía en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Los tesoros del mundo hoy se alcanzan, mañana se deben perder; el verdadero tesoro, una vez alcanzado, nunca se pierde: Vuestro tesoro está en el Reino de los Cielos. Paz.

Lectura: Hechos de los Apóstoles, Cap. 15, Vers. 13 al 22.





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