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Edición Nro. 39

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¡AY DE AQUEL SACERDOTE
QUE DESCUIDA SUS DEBERES!

18 de noviembre de 1994

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Que no turbe tu espíritu la ignorancia o incapacidad de estos seguidores pues no has sido tú quién los elegisteis sino Yo que te los he enviado. Deja, pues, que Yo trabaje en ellos y tú has lo tuyo, si así procedes, mi asistencia no te faltará para ti y para ellos.
Quién no ama a mis seguidores, no me ama; quién no ama mi Santuario, no me ama; quién desprecia mi ciudad, no me ama; ...quién no me ama, no tendrá entrada en el Reino.
Oiréis hablar en estos días que muchos niños se acercan a la Santa Comunión por primera vez, mas, en la mayoría de los casos este acercamiento es para mi un motivo de preocupación mas que de alegría pues llegan a los pies del Altar sin saber a Quién van a recibir y sin tener una verdadera noción de los conocimientos necesarios para un buen cristiano.
Y debo, por ser justo, presentar mi reclamo a los catequistas que pagarán caro haber descuidado la correcta información y ejemplo que se debería brindar a estas almas pequeñas. Mas, sobre todo, no escapa de mi mirada la actitud de los sacerdotes que colocan al frente de los niños a personas que no demuestran su cristianismo auténticamente y he aquí los resultados: las Primeras Comuniones se transforman en únicas.
Mis sacerdotes y ministros deben ocuparse de mis asuntos y no hay asunto más importante en mi Iglesia que la correcta administración de mi Cuerpo y de mi Sangre que son Cuerpo y Sangre para la vida eterna.
¡Ay de aquel sacerdote que descuida sus deberes y los administra negligentemente!, ¡ay de aquel sacerdote que pudiendo llegar con el Pan de los fuertes a los cristianos les niega esa posibilidad!, ¡ay de aquel sacerdote cuya principal obligación es llevarme a mis hijos, realiza con la distribución de mi Cuerpo y de mi Sangre una simple ceremonia pagana!, ¡ay, pues, de aquél que tiene poder sobre mí cuando Yo muestre mi poder sobre él!
Y vosotros insistid en la manera en que os he enseñado de solicitar la Sagrada Comunión de rodillas pues esta actitud sigue gritando al mundo entero: “El Señor está aquí, venid y adorémosle”.
Tened paz y no seáis egoístas con el tiempo que dedicáis a vuestro Señor pues Yo multiplicaré los frutos que vuestro tiempo utilizado en relacionaros conmigo pueda dar. Y no será ya ciento por uno sino mil por uno. No lo olvidéis: si os dedicáis a mí, Yo me dedicaré a vosotros.
Tened Paz. Yo os bendigo recibid salud de cuerpo y alma en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
No basta con creer es necesario poner en práctica y para eso han sido llamados los Apóstoles de los Últimos Tiempos. No lo olvidéis. Paz.

Lectura: Gálatas, Cap. 5, Vers. 16 al 26.





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