9 de julio de 1993
¡Volved a mí! como retornan presurosas las barcas al puerto ante la proximidad de la tormenta, como retornan las aves a su nido cuando azota el temporal, como retornó el hijo pródigo con lágrimas en sus ojos y el corazón dolorido a la Casa de su Padre. ¡Volved a mí! y abandonad vuestra vida de vicios y pecados, de vanidades que ningún fruto producen. ¡Volved a mí! y Yo os recibiré. Mostradme vuestra voluntad de cambiar de vida y estaré a vuestro lado para auxiliaros. ¡Volved a mí!, pues solo si volvéis a mí, encontraréis el camino seguro al Cielo.
Tened paz, Yo os bendigo para que toméis vuestra decisión, y a través del Sacramento de la Confesión os liberéis de vuestros pecados. Recibid la bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Vuestra vida, vuestra auténtica vida, solo es posible a mi lado: ¡entendédlo! Paz.
Lectura: Romanos, Cap. 12, Vers. 1 al 2.
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