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Edición Nro. 32

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QUIERE EL ENEMIGO DE LAS ALMAS
HACEROS CREER QUE LA BATALLA
ESTA PERDIDA

19 de febrero de 1993   |   BENDICIÓN DEL AGUA

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Quiere el enemigo de la almas haceros creer que la batalla está perdida y os muestra su furia exteriorizada a través de personas que le sirven, consciente o inconscientemente, como instrumentos en vuestra contra. El quiere mostraros un panorama desolador y desea desalentar en vosotros todos los deseos de seguimiento a los pedidos que Yo mismo os he hecho y que aprendisteis a amar con el correr del tiempo y el conocimiento de esta Obra. Mas aunque físicamente y para los ojos terrenales la batalla parezca perdida, en el plano espiritual, donde se desarrolla la verdadera batalla por la salvación de las almas, la ganancia es mucha y puede aumentar si vosotros aumentáis vuestra cuota de sacrificio, si mantenéis la unidad y la calma, si respondéis ¡sí! a mis propuestas. Por eso os hace falta la ayuda de esta agua que bendeciré especialmente, ella será para vosotros alivio y defensa contra los ataques del demonio, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”); contra las mentiras del mundo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”); contra las tentaciones de la carne, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”). Dondequiera que llevéis esta agua, su efecto se hará sentir; dondequiera que la uséis, si vosotros estáis preparados para utilizarla en forma correcta, ella actuará, según vuestro deseo y vuestra fe en Quién la ha bendecido: Yo, vuestro Señor. No dudéis entonces, si la mano del Rey del Cielo y de la tierra se ha posado sobre esta agua, no dudéis entonces, repito, es mi deseo que también sea extendida sobre ellas la bendición sacerdotal (sacerdote presente), pues como miembros activos de la Iglesia no podéis despreciar a quienes Yo mismo he instituido como ministros de la misma.
Tened paz. Buscad los momentos especiales de recogimiento y aprovechadlos, buscad el silencio y la oración. No os dejéis aturdir por las discusiones vanas y mostrad en todo momento que sois mis Apóstoles, los auténticos Apóstoles de los Últimos Tiempos.
Recibid mi bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Que la paz llegue a aquellos corazones dispuestos a cualquier sacrificio con tal de agradar a su Señor.

Lectura: Jeremías, Cap. 49, Vers. 19 al 22.





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