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Edición Nro. 29

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¿QUIÉN SE OCUPA DE LOS
DERECHOS LEGÍTIMOS DE DIOS?

27 de septiembre de 1991

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Diariamente la humanidad reclama para sí misma justicia. Justicia en las relaciones entre los hombres, justicia en la distribución de las riquezas, justicia frente a las discriminaciones. Pensad ahora ¿qué sucedería si vuestro Dios os reclamara en este momento su justicia?
¿Cuál es el justo trato que se está dando a un Dios que por amor se ha anonadado a Sí mismo hasta hacerse hombre por salvaros? ¿Cuál es la justicia que se ejerce con mi presencia en los templos, cuando se me deja abandonado y desvalido, sin compañía, sin nadie que siquiera me dirija una sola palabra? ¿Quién se ocupa, pues, de los derechos legítimos de Dios? Vosotros debéis ser los que reclaméis en mi nombre con vuestro ejemplo, con vuestras actitudes, los justos derechos de Dios. Derecho a ser adorado como Padre y Creador, como Hijo y Salvador, como Espíritu Santo, Dador de bienes.
Aún dentro de mi Iglesia, la justicia para con Dios ha sido dejada de lado o reemplazada por un mero formalismo en las actitudes, sin ningún contenido auténticamente espiritual, carente de amor, falto de Misericordia hacia Aquél que todo lo da. Pensad pues si no es justo este mi reclamo.
Tened paz, buscad siempre la senda estrecha por la cual avanzaréis hacia el Reino de los Cielos. No os confiéis de aquellos que os ofrecen toda clase de comodidades en vuestra vida espiritual, pues quién se detiene en este camino, se encontrará cada día más lejos de mí. Continuad, a pesar de los problemas; continuad, a pesar de vuestras debilidades; continuad, aún contra las tentaciones, por que en todo ello tendréis mi ayuda.
Yo os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Si vuestra voluntad permanece firme en el propósito de seguirme hasta el fin, nunca os faltará gracia y consuelo. Paz a los corazones limpios.

Lectura: Eclesiástico, Cap. 6, Vers. 35 al 37.





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