CARGANDO...
POR FAVOR, ESPERE...




Cargando...
PROFECÍAS CUMPLIDAS Y MENSAJES CONFIRMADOS
ADVERTENCIAS FINALES
MENSAJES UNIVERSALES
MENSAJES SOBRE ARGENTINA
MENSAJES ESPECIALES
EL BUEN PASTOR Nro. 1 al 10
EL BUEN PASTOR Nro. 11 al 20
EL BUEN PASTOR Nro. 21 al 30
EL BUEN PASTOR Nro. 31 al 40
EL BUEN PASTOR Nro. 41 al 47
ÚLTIMOS MENSAJES
CONOZCA NUESTROS SITIOS


Edición Nro. 29

ANTERIOR     |     SIGUIENTE





DAD A DIOS LO QUE OS PIDE

20 de septiembre de 1991

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Heme aquí de nuevo en medio vuestro a traeros mis palabras y enseñanzas, a mostraros mi paciencia, a mostraros mi misericordia y amor, para que siguiendo mi ejemplo lo mostréis vosotros al mundo entero.
No digáis: «¡Señor, no te alejes de mí!», sabed que de nadie me alejo sino que sois vosotros mismos los que me dejáis, cambiando vuestra vida por una vida de pecado. No digáis: «¡Señor, dame fuerzas!», porque de continuo os asisto, solo que no sabéis buscar vuestras fuerzas en mí, sino que la buscáis en las criaturas. No digáis: «¡Señor, soy débil!», porque bien lo se y os conozco, mas con criaturas débiles como vosotros he formado mi Iglesia y a lo largo de toda la historia, estas débiles criaturas han ido cambiando su debilidad en fortaleza, por su entrega incondicional a mí. No digáis: «¡Señor, no te olvides de mí», porque a cada uno de vosotros os tengo en mi corazón de continuo; solo necesito que me deis intervención activa en vuestra vida y que no viváis solos, sino en mi compañía con mi consejo, a mi amparo, solo así tendréis una vida verdadera y el valor para dar un testimonio auténtico.
Y es verdad que tengo prisa pues muchas almas aún no han oído la voz de la verdad y la misericordia que clama: ¡Volved a la casa del padre!; tengo prisa, entendedlo, por ejercer en ellas mi oficio de Salvador.
Tened paz, no decaigáis en vuestros esfuerzos, ofrecedlo todo en honor a mí y tendréis un tesoro inapreciable en el Reino. Yo os bendigo, recibid la bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Continuad vuestra oración piadosamente realizada, cuando así lo hacéis, traéis consuelo y reparación por tantas faltas que cometéis y que otros cometen.
Dad a vuestro Dios lo que os pide, sin regatear, sin mezquindad, sin egoísmos, si así lo hacéis, hallaréis la auténtica felicidad, la felicidad de los verdaderos hijos de Dios. Paz a los corazones humildes.

Lectura: I Corintios, Cap. 9, Vers. 1 al 14.





ANTERIOR     |     SIGUIENTE