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HOY HARÉ UN ÚLTIMO RECLAMO Y SABED
QUE ESTO ES PARA MIS AMADAS ESPOSAS:
LAS RELIGIOSAS CONSAGRADAS A MÍ

3 de agosto de 1990   |   Primer Viernes de mes

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
No temáis ser seguidores fieles de vuestro Señor a pesar de las dificultades pues éstas irán en aumento pero también mi gracia os asistirá en una forma extraordinaria para que no perdáis la buena senda.
Durante algún tiempo os preparé en estas reuniones de oración y os encargué ciertos trabajos, algunas tareas para realizar en conjunto que vosotros recordáis, pues bien, ahora ya no lo hago, pues mi deseo es que estas obras se concreten todas a través de ese organismo que estáis vosotros formando por mi voluntad y es la Fundación Misericordia Divina. Ella será el brazo actuante de la misericordia de Dios en todo este país. A través de ella se verá lo que Dios puede hacer cuando encuentra corazones bien dispuestos.
Hoy cerraremos el ciclo de esos mensajes más comprometedores que os había mencionado. A partir de hoy comenzaré con vosotros una profundización de las verdades de la fe para que seáis apóstoles debidamente preparados y recibáis las enseñanzas de quién es el maestro auténtico y verdadero, no como los maestros de este mundo que enseñan lo que otros han escrito sino como Aquél que es la fuente de todo saber. De ahora en más, ovejas mías, os adoctrinaré convenientemente.
Hoy haré un último reclamo y sabed que esto es para mis amadas esposas: las religiosas consagradas a mí.
Mi Corazón sangra por vuestras infidelidades y traéis más dolor a mi Pasión con vuestra desobediencia al llamado del Espíritu Santo.
Las Ordenes religiosas ya no son tales, muchas de ellas han perdido de vista los valores de sus fundadores y aún hoy tratan de predicar en contra de esos fundadores, poniéndolos como un fundador histórico y no como el canal abierto a través del cual el Espíritu Santo mismo ha puesto en pie esa Obra. Sé que quedan pocos lugares en los cuales las religiosas pueden consagrar su vida completamente a mí. Os pido que oréis mucho para que siempre existan lugares, conventos de clausura, por que de allí se alimentan todas las grandes Obras de la Iglesia, en esas almas consagradas que dan solo a Dios su vida y su tiempo. Sí, amadas mías, tengo contra vosotras vuestra infidelidad, porque habéis instalado comodidades en vuestras celdas como nunca antes, porque habéis perdido de vista el Evangelio por la televisión, porque habéis dejado las oraciones por los entretenimientos o paseos, porque habéis relajado las reglas, porque habéis abandonado vuestros hábitos por vestidos comunes, porque no mostráis a los demás mi misericordia sino una condescendencia con cualquier forma de pecado que no es amor de Dios y solo conduce a un alejamiento mayor. Volved al verdadero camino, volved a vestir vuestros hábitos, volved a la oración, a la penitencia, volved a las obras de misericordia hechas por amor, volved a Dios, vosotras, que al presentaros a mí habéis jurado fidelidad. Y solo así aplacaréis este enorme dolor que mi corazón siente.
Pues bien, pequeño rebaño, me agrada enseñaros y ser vuestro maestro y así lo haré de ahora en más, os sacaré de las tinieblas y os traeré a la luz del conocimiento auténtico de Dios. Y si vuestros pastores no os alimentan, Yo lo haré; si no os dan de beber, Yo lo haré; si no os defienden de los lobos, Yo lo haré, para que se avergüencen en su incompetencia.
He dado estas palabras tan fuertes como ejemplo y para que sepan claramente que voz es la que se escucha. Mucho más podría revelar y de ser necesario lo haré. No permitiré que mi Obra sea obstaculizada.
Tened paz, hijos míos, confiad en mí, todo lo haré por vosotros.
Yo os bendigo, y mis ángeles marcarán vuestras frentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Temed solo a aquello que puede alejaros de mí.
Que mi Espíritu descanse en los corazones limpios. Id en paz.




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