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DESPRECIAD CON ARROJO
LAS COSAS MATERIALES

4 de abril de 1990

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Vivid, pues, como verdaderos hijos de la Verdad, como verdaderos seguidores del Señor. Vivid, pues, cada día como el último día, desapegados totalmente de los bienes materiales. Y recordad siempre que vosotros no sois de este mundo y por no serlo, este mundo, os hace la guerra de continuo, a veces a través de desconocidos, a veces a través de muy íntimos, pero todo eso apunta a un solo objetivo, que vosotros decidáis incorrectamente apartaros del Señor para llevaros bien con el resto.
Y sabed que en vuestro ordenamiento de vida siempre debe haber prioridad para las cosas de Dios, de otra manera, nunca seréis verdaderos seguidores míos, auténticos cristianos.
Recordad que ya he dicho y es para vosotros también: vuestro alimento debe ser hacer la voluntad del Padre Celestial. Y sabed que no solo de lo material, no solo del pan vive el hombre, sino de toda enseñanza que el Señor da para su enriquecimiento espiritual, porque el cuerpo material hoy es y mañana descansará bajo tierra hasta la resurrección, mas el alma, el alma mantiene su vida aún luego de traspasar el umbral oscuro y frío de la muerte que para aquellos que viven en gracia es solo el trampolín de lanzamiento hacia la eternidad.
Despreciad con arrojo las cosas materiales, esos bienes que no pueden daros otra felicidad que el ser usados para el bien de vuestros hermanos, pues Yo os lo he dado en mi misericordia, ¿negaréis vosotros participación a otros?
Recordad siempre que cuanto más pequeños seáis a los ojos de los hombres más grandes seréis a los ojos de vuestro Dios, y no deseo que ocupéis ni el último lugar ni el primero sino el justo, el que os corresponde, porque en uno pecaríais de falsa humildad, en el otro de soberbia. Buscad prontamente el lugar que os corresponde dando de todo lo que Yo mismo os he dado, poniendo todo al servicio de Dios y de los demás. Si os aplicáis con humildad a servir y solo servir, seréis realmente felices y nada os importará ya, tendréis la alegría que nunca se borra, la alegría espiritual de los hijos de Dios, la verdadera felicidad.
Tened paz, no os inquieten los vaivenes del mundo, dejad pues, Yo arreglaré mis cuentas con este mundo. Llevad grabadas en vuestras almas mis palabras, solo así obtendréis el triunfo total y definitivo, solo así lograréis la corona incorruptible, solo así alcanzaréis el objetivo por el cual habéis sido creados, la felicidad eterna al lado de vuestro Dios. No es fácil el camino, ¡mas el Cielo entero os acompaña, no os desaniméis!
Mi paz a vosotros, Yo os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Id pues y alumbrad, pues vosotros sois la luz del mundo si lleváis la luz dentro vuestro, Yo soy la luz inextinguible, quién en mí confía no andará en tinieblas. Paz.

Lectura: San Juan, Cap. 12, Vers. 23 al 33.





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