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¿ACASO CREÉIS QUE SERÍA TAN SENCILLO
A UN HOMBRE ENGAÑAR A TAL MULTITUD?

9 de febrero de 1990

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
He aquí la manifestación pura y limpia, he aquí una manifestación clara y transparente, he aquí una manifestación pública de la misericordia divina, un Dios que desciende a sus criaturas y dentro de su incapacidad trabaja haciendo con ellas una obra de gran mérito y muy estimada por todos los que verdaderamente tienen activa su espiritualidad y conocen las inspiraciones verdaderas del Espíritu Santo.
¿Acaso creéis que sería tan sencillo a un hombre engañar a tal multitud?, ¿acaso pensáis vosotros que sería tan fácil para la mente humana crear de su propia imaginación tantos caminos que acerquen a Dios?
Yo sé bien cómo os juzgan: un puñado de tontos que reúnen imágenes, se arrodillan frente a ellas y repiten sin cesar oraciones prefabricadas. Así os juzgan, mas sabed que más os teme el mismísimo príncipe de los infiernos a cada uno de vosotros por estar adheridos a mí a través de esta obra que a muchos que desde el púlpito predican santidad y en su vida privada escandalizan impunemente.
Y no os preocupéis si os atacan intentando minar vuestras fuerzas, pues como la fuerza para seguir adheridos a esto no es vuestra, no hay peligro de destrucción, pues vuestra fuerza soy Yo.
Proponéos voluntariamente no abandonar el buen camino, proponéos poner por obra todo lo que os he mandado, proponéos ser fieles a la verdad aún a costa de la vida, porque vendrán momentos y no están lejanos en que así deberá ser el testimonio fuerte y firme como el de los primeros cristianos, mas nunca temáis, en la unidad y en la oración encontraréis consuelo y así os llenaré con mi bendición para que caminéis seguros por el sendero de los que viven en verdad.
Tened paz. Yo os bendigo y fortalezco en esta hora en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Si otros tratan de convenceros de que esto no sirve para nada y de que los resultados son nocivos, no oigáis esas palabras.
Sabed que mucho habéis ganado y mucho ganaréis dejándome actuar en vosotros y a través vuestro en otros.
La opinión que más vale es la de vuestro maestro.
Tened paz, dejad que otros acumulen maestros según su gusto y capricho, vosotros, vosotros seguid al veraz, al fiel, al verdadero Camino y no os equivocaréis jamás aunque sufráis por ello.
El Espíritu Santo descienda en aquellos corazones que desean recibirlo.

Lectura: II Corintios Cap. 12, Vers. 1 al 10.





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