Edición Nro. 10
COMO TANTO ES LO QUE YO DESEO DAROS
CAPITAL FEDERAL, 27 de febrero de 1989
CENÁCULO SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES
Reconoced la voz que os llama que os ha elegido y que os alienta a seguir en este camino de salvación individual y en comunidad, pues es así como me agrada que trabajéis, individualmente en vuestras casas con estos cenáculos en los cuales los ángeles, como don especial de vuestro Señor, os traen mis gracias y en las comunidades, donde me daréis a conocer, en primer lugar, con vuestro ejemplo y comportamiento, y también con la prédica de la Palabra en el momento oportuno. No desesperéis ante las pruebas, no desesperéis.
Y no hagáis pasar todas mis palabras por vuestro razonamiento, pues habrá muchas, muchas de estas palabras, pedidos que os he hecho, que no entenderéis tal vez o que herirán vuestro orgullo o respeto humano, mas debéis cumplirlas, porque así agrada a vuestro Señor, ¿o acaso Abrahám pensó y meditó antes de sacrificar a su hijo o antes bien, oída la voz, tomó lo necesario y estaba dispuesto aún hasta el último sacrificio? Meditad... pudo haber dicho: «Mi Dios no pide sacrificios humanos, eso es algo fuera de lo que mi Dios pide»; sin embargo no dudó, pues esa convicción interior que es la fe, lo movió a obedecer sin vacilar. Así vosotros, a veces sin entender, mas mirando con los ojos de la fe, caminad recto por el sendero que os marco; si os he dicho: oración de rodillas, orad de rodillas; si os he dicho: un misterio (del Santo Rosario) con los brazos en cruz, hacedlo; si os he dicho: cabezas cubiertas (mujeres en el templo), hacedlo; si os he dicho: meditad, meditad mis Palabras, hacedlo. Todo tiene su motivo aunque ahora no lo veáis y mas vale así, cuando sin entender del todo lucháis por cumplir y no es un cumplimiento porque sí ni es fariseísmo: es obediencia por fe.
Sed mansos aún con los violentos, estad siempre dispuestos a perdonar y olvidad pronto lo que otros hacen con vosotros de malo, y así olvidaré Yo vuestras malas acciones si os arrepentís.
Recibid de mi mano la bendición que os dará la paz necesaria para continuar el camino, nunca temáis, ni aún ante el peligro más grave, pues todo, todo está en mis planes y si os habéis consagrado a mí ¿qué no haré por vosotros? No esperéis entender, amad y eso basta.
Recibid la bendición de Quién os ama, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Sabed que no me habeis pedido tanto, como tanto es lo que yo deseo daros. Paz a vosotros.
EL BUEN PASTOR
COPYRIGHT BY FUNDACIÓN MISERICORDIA DIVINA
ASOCIACIÓN DE LAICOS CATÓLICOS
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