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¿SABÉIS VOSOTROS, OVEJAS DE MI REBAÑO,
QUIENES SON LOS QUE SACAN PROVECHO
DE LAS ENSEÑANZAS DEL SEÑOR?

CAPITAL FEDERAL, 2 de septiembre de 1988   |   Primer Viernes de mes
I VIGILIA DE ORACIÓN
PARROQUIA JESÚS MISERICORDIOSO

Ya la paz desciende entre vosotros, ovejas de mi rebaño.
Os habéis reunido hoy aquí según mi pedido y por eso os bendeciré de forma especial pues se bien que no venís en busca de grandes milagros para mostrar al mundo sino que traéis vuestras manos cargadas de plegarias para pedir mi gracia, por eso es que me inclino sobre el humilde y aborrezco al poderoso que se afianza en su propio trono que es su orgullo despreciando a vuestro Dios.
En estas nueve vigilias traeré conmigo a mis Santos Arcángeles para signar la frente de todos los que concurran a ellas como signo de mi propiedad. Esta señal que estos ángeles míos realizarán en vuestra frente es aquella que habéis recibido en vuestro bautismo y que Yo confirmo hoy con mi gracia tomándolos a mi servicio y guardándolos como mi propiedad, mas de vosotros depende, debéis ser fieles a mis pedidos para guardar esta alianza de amor.
Ahora continuaréis vuestras oraciones y más tarde os dirigiré nuevamente la Palabra. Orad, que vuestras oraciones abren de par en par las puertas de mi misericordia. Orad.
¿Sabéis vosotros, ovejas de mi rebaño, quienes son los que sacan provecho de las enseñanzas del Señor? Aquellos que las toman con mayor humildad y que están dispuestos a renunciar a sus errores que los alejan de mí, aplicando las enseñanzas a la vida; no aquellos que desean estudiar y grabar y escribir estas enseñanzas para que todos las aprovechen y ellos mismos no las utilizan en su beneficio. Esos probablemente sean instrumentos de salvación para otros pero no han podido llegar a la profundidad que deseo de ellos espiritualmente. Todo instrumento, sabedlo vosotros, debe estar perfectamente afinado. Instrumento de Dios debe estar afinado a la Voluntad Divina o su melodía no sonará como corresponde. Si deseáis vosotros ser mis seguidores debéis ser perseverantes en este seguimiento, no para ganar puestos, no para compartir glorias en este mundo, sino para dar, para dar vuestra vida por la salvación de las almas. Apostolado es llevar el Evangelio, apostolado es ayudar a que otros se acerquen a mí, apostolado es ser representantes de vuestro Señor, apostolado es apertura de corazón y compartir los problemas y dificultades sin dejar a nadie ¿entienden? a nadie en el camino, pues a quién no llegue a través de la Palabra llegaré a través de la oración y de los sacrificios. Siempre habrá un medio pero debe haber alguien que pida, siempre alguien debe pedir.
Muchas veces me habéis oído hablar acerca de la carne y sabed: Hoy os aclararé bien este concepto. La carne que se opone al espíritu no es vuestro cuerpo. La carne son vuestros instintos primarios, vuestros más bajos deseos escondidos, aquellos que como fiera rugiente encienden vuestro corazón en pasiones desordenadas. Eso es la carne y no vuestros músculos y huesos pues todos ellos responden a vuestro interior. Si deseáis vencer todo esto debéis derrotaros vosotros mismos, minuto a minuto, debéis encarcelar a ese demonio que intenta pervertiros. Muchas veces no tenéis la fuerza de vencer una tentación cuando se produce y por eso os aconsejo: acercáos más a mí. No es que las tentaciones os superen, os vencerán si no tenéis mi gracia. Y cuidad, hijitos míos, las ocasiones. Sabed que este mundo está preparado para presentaros ocasiones de pecar a cada instante, si no podéis vencer una tentación, huid de la ocasión de caer. Mantenéos lejos del fuego y no os quemaréis. Una advertencia a los centros de oración ya formados en la primer corona: Si estos permanecen inactivos por responsabilidad de los miembros y no se dedican al fin específico de la oración, penitencia y sacrificio para acercar almas a mi Iglesia. Si no hay unidad en las familias en las cuales se han establecido los cenáculos de oración, si no oran en todo momento sus miembros por separado, si no forman en cada cenáculo una barrera impenetrable de gracia preocupados realmente por la salvación, retiraré mis ángeles y serán asignados para otras tareas. Seguid orando, vosotros sois el fruto que la misericordia hace producir en la higuera estéril de este mundo pues cualquier árbol seco tocado por la gracia de Dios dará frutos en abundancia. Orad, estamos aquí con vosotros.
Para la bendición final, os marcaremos con la señal de los destinados a mi servicio para siempre. Continuad.

Lectura: San Juan, Cap. 12, Vers. 37 al 43.

¿Recordáis vosotros, amados míos, la parábola de los talentos? Yo he dado a cada uno de vosotros multitud de talentos para aplicar. Cada uno de ellos deberá rendir al máximo de sus posibilidades.
Vosotros, sacerdotes, habéis recibido el don de bendecir y muchas veces no lo utilizáis como si pudierais vosotros decir, ahora no, ahora sí, sin saber que son meros administradores de mi gracia y soy Yo quién actúo siempre. Por vuestra ignorancia en el cumplimiento de vuestro deber he dado ese don a otros hijos míos no consagrados totalmente, pero limpios, para avergonzar aquellos que he llamado primero y que no hacen buena administración de mis bienes. Hoy confirmo ante vosotros el poder de estas manos para bendición y lograr salud de cuerpo y espíritu a quién sean impuestas bajo la condición de la fe y de mi Voluntad. Y sabed que este don que doy es para vosotros y para todos. Venid, aquellos que os sintáis llamados, venid.
Ahora pasarán mis Arcángeles a signar vuestras frentes, todos debéis colocaros de rodillas. Elevad vuestra frente hacia mí y allí van a daros la bendición mis ángeles. Ofreced vosotros con vuestro silencio el marco apropiado. Cada uno de mis Arcángeles ha traído consigo la cantidad necesaria de ángeles para auxiliarlos en esta tarea, ellos, por encomendación mía os marcan para mi servicio. El santo signo de la cruz de vuestro Señor resplandecerá en vuestras frentes si guardáis mis mandatos y lucháis por manteneros a mi lado.
Y Yo, el Señor, os bendigo y doy la paz, os sano en cuerpo y espíritu pues soy Padre, Hijo y Espíritu Santo por toda la eternidad.
Tened paz, amados míos, siempre estaré con vosotros.




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