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EL CIELO HA BAJADO A LA TIERRA

EZPELETA, 9 de abril de 1988
CAPILLA DIVINA MISERICORDIA

Pues sabed que fuego he venido a traer este mundo y cómo desearía que ya estuviese ardiendo. Este fuego purificará las impurezas de toda la humanidad. Sabed vosotros, cristianos, que estáis pasando juntos e individualmente por vuestra purificación. Como el oro se purifica en el fuego, el cristiano se purifica en las pruebas y toda esta humanidad pecadora será purificada. Solo así sabremos quién sirve y quién no. Vosotros decís al enfrentar una prueba difícil, “es mi prueba de fuego”. Algo así está sucediendo y seguirá, deberéis soportar todo por mí y Yo os daré ciento por uno en gracias.
¿Qué os pasa a vosotros que creéis en mi presencia y no obedecéis mis palabras? ¿qué os sucede, hijos de mi Iglesia, que oráis con fe y no ponéis voluntad en cumplir mis pedidos?
Oíd, ¿por qué no puedo hablaros así si lo deseo? ¿No está dicho, estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos? ¿No hablo acaso, a través de mi Iglesia? ¿Y no son estos hijos míos elegidos también miembros de la Iglesia? Pues entonces responded: ¿En que está equivocando el Señor el camino? ¿o es que vosotros aumentáis vuestra sordera en la medida en que Yo elevo voces? Sed sinceros, convertíos1. He dicho que abriré de par en par la puerta de mi misericordia y ya está hecho, y la puerta es vuestra Madre, María.
Mañana2 os colmaré de gracias y bendiciones y pensaréis que el Cielo ha bajado a la tierra. Así será, y se alegrarán también con vosotros el Cielo entero con sus legiones de ángeles. Todo aquél que se consagre a mi misericordia no será abandonado en las pruebas. Os amo y eso debería bastarles; os deseo a mi lado, eso debería animarlos, mas debo renovar mis palabras ya dichas y aún no cumplidas para daros fuerza, porque soy Rey y Maestro y Pastor y para esto debo estar entre vosotros y no lejos. No seáis necios ni resistáis la inspiración divina.
Os bendigo y doy la paz, recibid lo que os corresponde según vuestra fe, en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Esta bendición refuerza la que luego recibiréis en nombre de la Iglesia3 no reemplaza de ninguna forma la autoridad de mis ministros, es una ayuda en este momento de emergencia donde las gracias son tan necesarias por la proliferación del pecado.
Tened paz, ovejas mías, Yo estoy con vosotros.

Lectura: San Lucas Cap. 9, Vers. 23 al 27.

(Hubo luego bendición del sacerdote y comunión de los presentes.)


1 Defensa del Señor debido a opiniones contrarias a la Obra.
2 Fiesta de la Divina Misericordia.
3 sacerdotes presentes.




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