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AÚN HAY TIEMPO PARA ADVERTIROS

21 de noviembre de 1987
CENÁCULO NUESTRA SEÑORA DE LA BUENA SENDA

Lectura: Oseas, Cap. 14, Vers. 2.

Dice Nuestro Señor que la mayoría de nuestros males provienen de nuestra falta de conversión y de nuestra falta de acercamiento sincero a su Corazón misericordioso. Si comprendiéramos todo el amor que Él nos tiene no nos haría falta más y viviríamos siempre felices hasta el día de nuestro encuentro con Él, pero como somos egoístas y mezquinos y solo nos interesan nuestras cosas y no las del Señor, vivimos en continua lucha, contra nosotros y contra Él. Todo se trata, dice el Señor, de obtener lo más posible dando lo menos posible, y esto no es así pues el seguimiento del Señor es total, absoluto e irreversible y cuando alguien quiere entregarse a mi servicio debe hacerlo con plena conciencia y en la totalidad de sus aptitudes físicas y espirituales y mentales.
Aún hay tiempo para advertiros, dice vuestro Señor, aún hay tiempo para daros esperanza si os convertís y ayudáis a otros. Vuestra oración debe ser muro seguro de defensa contra los embates enemigos; vuestros ayunos, penitencias y sacrificios deben fortaleceros interiormente. Vuestras renuncias al mundo deben diferenciaros de ellos y producir en vosotros una irradiación de la misericordia divina hacia vuestros hermanos.
Mantenéos siempre en oración y alertas porque el día del Señor está próximo. Mirad este pobre mundo azotado por la violencia que ha engendrado el mismísimo hombre en su afán de poder. He dejado este signo para vosotros y para estos tiempos, solo se aplacará con mi intervención y vuestras oraciones.
Salid de vuestro encierro, salid de vuestro egoísmo, volcáos hacia el mundo, mostradle lo que la gracia de vuestro Señor puede en vosotros, abrid vuestro corazón y mostrad a Jesús, y marchad serenos y sin temores pues vuestro Señor marca la senda que debéis transitar aunque sea dolorosa es la Voluntad del que puede, solo con su Voluntad.
Ahora os bendeciré, en primer lugar, a los objetos que están aquí para que sean, para vosotros, depositarios de mis gracias, ellos obtendrán para ustedes la paz que necesiten.
Dice el Señor que es suficiente con que los tengan en la mano1 y los levanten.
Va a bendecir el Señor a las personas presentes.
Recibid la bendición que os otorga vuestro Señor que os ama y que ha dejado su sangre por ustedes, librándolos del pecado por toda la eternidad. Recibid el toque del Espíritu que os ama, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Recurrid a mí en todas vuestras necesidades, en la Santa Misa me hallaréis fuerte, vivo, esperando por vosotros, venid a mí y os colmaré de gracias. Id en paz.


1 los objetos piadosos.




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