CARGANDO...
POR FAVOR, ESPERE...




Cargando...
PROFECÍAS CUMPLIDAS Y MENSAJES CONFIRMADOS
ADVERTENCIAS FINALES
MENSAJES UNIVERSALES
MENSAJES SOBRE ARGENTINA
MENSAJES ESPECIALES
EL BUEN PASTOR Nro. 1 al 10
EL BUEN PASTOR Nro. 11 al 20
EL BUEN PASTOR Nro. 21 al 30
EL BUEN PASTOR Nro. 31 al 40
EL BUEN PASTOR Nro. 41 al 47
ÚLTIMOS MENSAJES
CONOZCA NUESTROS SITIOS


Edición Nro. 3

ANTERIOR     |     SIGUIENTE





SE HA PERDIDO LA VIRTUD DEL PERDÓN

La Plata, 8 de abril de 1988

Y será de ahora en más un lugar de oración y gracias para todos mis hijos. Ved que mi presencia aquí significa que no han sido desoídas vuestras oraciones por este pueblo. Y así como una vez dije, convertíos a tiempo, a través de mis profetas en otras ciudades; convertíos, aún hay tiempo para vosotros, mas no despreciéis las palabras del Señor o seréis vosotros quienes os veréis despreciados por mí en el último día.
Este sitio de oración, lugar poderoso en gracias será “Nuestra Señora del Perdón” y aprended esto: Ella es la Maestra y vosotros sus discípulos, Ella perdonó como Yo a quienes arrancaban la vida al ser que más quería y con quién más unida se hallaba, perdonó a los verdugos, perdonó a los fariseos, perdonó a los apóstoles que huyeron, perdonó a quién nunca vosotros hubierais perdonado, ni habéis perdonado aún y esto marca la actitud entre vosotros seguidores míos, cristianos, en mi Iglesia, se ha perdido la virtud del perdón. Sois buenos con vuestras oraciones, sois buenos en obras de caridad, mas guardáis en vuestro corazón rencores por algunos, durante años y a veces por siempre y sabed que esto no agrada a vuestro Señor, por eso os he dicho si al presentar vuestra ofrenda recordáis tener algo con alguno de vuestros hermanos, id primero a subsanar ese problema, pues quién no perdona no será perdonado, quién no da misericordia no la obtendrá de mí. Y no toméis esto como amenaza, solo os estoy abriendo los ojos a esta realidad, os habéis acostumbrado a no perdonar.
Sabed que se aproximan los días en que debéis dar testimonio intrépido de mi Palabra y que deberéis manteneros firmes en la tempestad que se avecina, no todo es rosas cuando estáis al lado del Señor, pero no os faltará la fuerza, no os faltará, os lo garantizo. Y creed que aquí está la Obra del Señor pues vosotros que os mantenéis indiferentes deberéis cambiar. Volved a mí o será tarde. Y vosotros que dudáis en la profundidad de vuestros corazones debéis reencaminaros, pues esas dudas no os favorecen ni favorecen a mi Iglesia. Debéis estar firmes, firmes en María, columna inconmovible de verdad, fe y esperanza para el pueblo que ora y sabed que solo en la oración hallaréis el alivio que vuestros corazones necesitan. Estáis desequilibrados espiritualmente, orad; estáis flojos en las tentaciones, orad; estáis alegres, orad en agradecimiento, pues todo lo bueno viene de vuestro Señor. Y sabed que si Yo no estuviera hoy aquí tampoco vosotros lo estaríais porque el Señor elige su compañía y vosotros lo sois hoy, compañeros míos, discípulos de ahora en más.
Orad por mi representante en la tierra, cercano está el día en que deberá vivir una prueba muy dura, para él y para toda mi Iglesia. Sed siempre fieles a sus indicaciones, conservad la fe.
Yo conozco, alma mía, tu corazón y sé que me amas, mas necesito de tu actitud de entrega voluntaria para obrar en ti mi obra.
Venid a mí ahora los que estáis sedientos de verdad y os colmaré, pues mi corazón abierto os colmará de misericordia; sangre y agua, por vosotros, amados. Corazón transpasado por amor.
Continuad vuestras oraciones en paz, cada momento estoy con vosotros, os bendigo a vosotros y a vuestros objetos piadosos. Recibid de quien da gratuitamente de la gracia divina, es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aprovechad pues si bien la perversión de este mundo está pasando por una etapa de crecimiento, también las gracias que vuestro Señor os da sobreabundan. Y estas palabras mías son una de estas gracias. Sacad de ellas lo necesario para vuestra salvación y recordad esta sentencia: lo que no salva no os sirve. Paz a vosotros.

Lectura: I San Juan, Cap. 3, Vers. 13 al 19.





ANTERIOR     |     SIGUIENTE