Edición Nro. 3
ANTERIOR
|
SIGUIENTE
Córdoba, 13 de marzo de 1988
Como antes, como antes os he llamado, hoy os vuelvo a decir: “tú, ven, y sígueme” pues necesito de vosotros para salvar a otros. Hoy os habéis quedado pensativos intentando el discernir el porqué de las contrariedades y Yo os digo, estas contrariedades surgen para mayor gloria en el Cielo y para que se demuestre en vosotros, pequeños, mi voluntad. Sabed que el Rey está aquí, y que el Señor, Rey de Cielo y tierra, sana y salva, hoy y siempre, pero si os mantenéis humildes. Bajad vuestro orgullo, sed simples seguidores, no obstruyáis mi camino y os desbordaré de gracias. Sabed cuánto agrada a mi corazón vuestro amor simple, vuestras pocas palabras, vuestra entrega incondicional. Os amo, hijitos, y os amaré aunque sufráis, pues el lugar del Reino se gana con sufrimiento y dolor aquí y la gloria es eterna.
Piedad tendré y misericordia para vosotros siempre y hoy os he elegido para que vengáis a mí, a vosotros y no a otros, pues así lo he querido, y Ella, vuestra Madre, ha intercedido en esta gracia.
Id en paz, tened valor para las pruebas venideras, Yo no os faltaré, os bendigo y doy la paz, para que estéis siempre adheridos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Todo obtendréis por Ella1, nada lograréis solos. Quedaos en paz.
Lectura: Daniel, Cap. 3, Vers. 31 al 33.
1 señala la Imagen de María.
ANTERIOR
|
SIGUIENTE