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CARNAVAL: FIESTA PAGANA

Quilmes, 13 de febrero de 1988
Cenáculo María, Reina de los Apóstoles


La Santísima Virgen María pide que estos días se aumenten las oraciones pues estas fiestas paganas que se celebran de los carnavales son las que más ofenden al Corazón del Señor y a su Santísima Madre. El Carnaval es una de las fiestas paganas que más dolor causa al alma y al cuerpo de la Iglesia porque muchos de sus hijos participan de esa falsa alegría, de esos festejos de la vida por vivir y sin Dios, de esos disfraces que significan, renegar de la propia personalidad de vida, de esos deseos descontrolados, por alegrarse aún sin motivo y sentido. Carnaval es signo de impureza, carnaval es signo de pecado, carnaval es abominable a los ojos de Dios, es el paganismo que gana las calles y los corazones: no permitáis que vuestros hijos participen en esto.
Y aquél que diga, dice el Señor, que esto es exagerado, probará en su propia carne en el último día el fruto de esas reuniones pervertidas. Nada hace al hombre tan indigno, como rebajarse al estado casi animal; hay lugares donde mueren personas durante estas celebraciones y creen acaso que de allí puede salir algo bueno cuando sacrifican su vida a un dios que no es el Dios Eterno y son ofrecidos por el demonio como holocausto a sí mismo. En esta época, el maldito enemigo, suelta solo a los peores y más feroces enemigos y demonios para que arrasen con las almas pequeñas y grandes y las llenen de vicios, difícilmente se hallará algo más indigno, algo más impuro, algo más doloroso, vuelve a repetir el Señor que en estas fiestas paganas: no volváis a los falsos ídolos, retornad a mí.
Dice vuestro Señor: Ya el mundo se conmueve y gime con los dolores de parto, ya el mundo tiembla bajo el peso de la Justicia Divina que asoma, ya la naturaleza asombrada y presintiendo la presencia del Señor con la balanza en la mano, tiembla espantada, frente al destino de los hombres. ¿Queréis ayudar?, ¿queréis salvaros y salvar a otros?, dice el Señor, ¿queréis ser míos por siempre y estar preservados? Sacrificáos, ponéos a prueba vosotros mismos, no pongáis límites a vuestro compromiso conmigo, permaneced fijos como los clavos en mi mano, solo así lograréis la victoria final. Recurrid al Corazón Inmaculado de mi madre, dice el Señor, que es refugio y arca segura para todos vosotros, por eso la he puesto y para eso está.
Comenzaré, dice el Señor, ahora a estar más en contacto con vosotros con mayor continuidad en casi todos los momentos del día pues es necesario que me haga más presente en este momento más difícil y sabrán que deben hacer cada uno en cada instante y tal vez llegará el momento en que no sepan diferenciar cuando esté con este y cuando no esté con él, pues las pruebas que sobrevendrán, las pasará conmigo o no las pasará jamás. Por eso, derrocad el orgullo propio y convencéos que vosotros sois las raíces que mantendran este árbol firme y necesito que este árbol permanezca de pie, para que pueda dar sus frutos y este árbol es mi instrumento, aunque los frutos sean para todos, tened paz, orad. Sigo aquí.

Lectura: San Marcos, Cap. 14, Vers. 69 al 72.





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