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LA ORACIÓN ES PRUEBA DE AMOR
Y CONFIANZA A SU SEÑOR

Capital Federal, 18 de julio de 1987
Cenáculo María Madre y Maestra

Lectura: Romanos, Cap. 1, Vers. 8 al 16.

El Señor dice que está actuando hoy en un lugar muy difícil de penetrar pues el mal y el pecado todo lo han adormecido y todo lo han echado abajo, es difícil construir sin cimiento firme, y por eso hay que volver a empezar desde lo más bajo, pero Él os dará la prueba que necesitáis de su presencia.
La Señora, ¿quién es?, bueno... quiere el Señor que se haga aquí un cenáculo permanente de oración que es: “María, Madre y Maestra”. Los que están hoy deben ser testigos frente a otros para acercarlos aquí, pues este lugar es importante por su ubicación y porque en esta parte1 se ora muy poco.
Está garantizada la presencia del santo ángel pero hay que adaptar la vida al pedido o se le restará fuerzas. Todos, nosotros. también, hay que hacer todo con mucha tranquilidad y confianza, pero no retroceder.
Aquí hace falta mucha oración, mucha oración, mucha oración, la oración es canal permanente de presencia divina, si oráis con fe, Yo no os faltaré nunca. La oración es prueba de amor y confianza a su Señor, Yo no os abandonaré en las desgracias, ni os permitiré que caigáis en las manos de vuestros perguidores, pero orad y orad, aún hasta desfallecer, esa fuerza incontenible es la oración que levanta el sol en el horizonte, sol de salvación para todos los que creen en el auténtico y verdadero Señor que es la palabra viva y que viene a buscaros hoy como siempre. Llenad esos templos con vuestras oraciones y actos piadosos, llenad vuestros hogares con cánticos, salmos y alabanzas al Señor, en toda hora, llenad vuestros sueños con plegarias y agradecimientos a vuestro Dios, porque es bueno y porque es infinita su misericordia con ustedes.
El que espera milagros, véase en un espejo, luego ore con profundidad, entréguese completamente a mí y olvídese de la imagen que ha visto, pues Yo haré con el que se ponga a mi servicio una criatura nueva, dice el Señor, verdad, palabra de Dios.2
Mas aquél que no cree y su orgullo lo induce a retroceder el camino de la salvación, casi no tiene ya probabilidad, pues el tiempo se acorta y los pasos de la Justicia son cada vez más largos. Vean en la Madre el verdadero ejemplo, al que debéis aspirar todos, hombres y mujeres.
Sed agradecidos al Señor pues aún los considera parte de su rebaño. Cortad esas ligaduras, esos lazos que el mundo os tiende para mantenerlos contra el piso, elevad vuestras almas hacia mí, tomad mi mano, salid del abismo, brotad de la tierra. dad frutos y seréis verdaderamente felices, aunque os encontréis enclavados en un madero.
Aquél que vea, verá, el que oye, oírá, el que se acerque se compenetrará de mí.
La empresa es grande, pero el Señor va delante, respalda la Obra, si hay entrega de amor, la frecuencia sacramental es la base.
Repartid vuestro tiempo en todas las cosas, pero agregad a cada instante mi presencia y veréis como todo está ligado a mí. Orad mucho, orad, orad por vuestros directores espirituales, por vuestro obispos, muy en especial, por el Santo Padre, siguen urdiendo tramas maléficas en su contra, defendedlo pues dependéis de él como de mí. Sed fieles a mi doctrina y encontraréis verdadera paz.
No desunáis lo que Yo he bendecido, no borréis lo que Yo he escrito, no acalléis lo que he hablado, no hundáis a quién Yo he elevado pues nadie dice a su Señor lo que debe hacer.
Continuad orando, pero poned el corazón en vuestra boca, deseo de ustedes más fervor, orad y os bendeciré.

Lectura: Hechos de los Apóstoles, Cap. 15, Vers. 13 al 40.

El pedido de salud de una persona, de una mujer que está presente, está concedido, y hay un hombre que está queriendo convertirse y que le faltan las fuerzas para seguir y el Señor le aconseja que debe iniciar una novena a la Divina Misericordia y que en el noveno día le concederá la luz, para creer en la verdad.
También dice que hoy, una de las pocas veces, por tratarse de un lugar especial, estratégico, digamos, va a permitir, hoy que les va a acercar su mano derecha para que tomen gracias, como lo ha hecho en algunos otros lugares. Recuerda también el Señor que debe haber una imagen permanente y luz permanente, suya y de su Madre.
Que P. ha conseguido buenos logros con su obra en C. y su oración se ha unido a la vuestra en estos días.
Que las madres y los pequeños deben dedicarse a orar, los jóvenes y los adultos con ímpetu a predicar su palabra con sus vidas a expandir así las gracias que el Señor les va a dar hoy, porque no siempre se puede lograr un acercamiento tan directo al Señor.
Dice el Señor que va bendecir a todos y a los objetos que han traído aquí y que va permitir que la mano que bendice sea tocada, durante esta vez, para concederles un rayo de gracia y de misericordia. Dice: Alzad vuestra diestra en señal de compromiso, pues pongo Yo, el Señor, mi diestra a vuestro servicio también si os ligáis a lo mío por amor a mí. Da la bendición el Señor: Recibid la bendición de estos objetos que van a ser motivo de culto y veneración, que permanezca en ellos mi gracia y florezcan como brotes nuevos, frutos de misericordia y de amor. Bendice el Señor a todos los que están aquí presentes, lleven su gracia, gocen de su paz, acudan a su ayuda.
Al Señor no se lo estudia ni se lo aprende, al Señor se lo debe sentir con el alma, se lo debe vivir en los sacramentos y se lo debe testimoniar en la vida, recibid la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Desde mañana, luego de las misas, debéis orar por este cenáculo, pedid así, “Fortalece Señor, a los que quieren seguirte, aleja a los que desean combatir a tus hijos y bendice a los que te buscan con corazón recto. Dadles constancia en la oración y paz”. Luego rezad un padrenuestro, avemaría y gloria para fortalecer al ángel protector, haced conocer lo más posible este pedido y quede igual para cada uno de los cenáculos.
He ahí la diestra, tomad las gracias, recordad que el Señor está con ustedes. No abandonéis vuestro camino y esta mano os conducirá al Reino. Recibid mi paz.


1 de la ciudad.
2 Siempre el mayor milagro es una auténtica conversión.




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