CARGANDO...
POR FAVOR, ESPERE...




Cargando...
PROFECÍAS CUMPLIDAS Y MENSAJES CONFIRMADOS
ADVERTENCIAS FINALES
MENSAJES UNIVERSALES
MENSAJES SOBRE ARGENTINA
MENSAJES ESPECIALES
EL BUEN PASTOR Nro. 1 al 10
EL BUEN PASTOR Nro. 11 al 20
EL BUEN PASTOR Nro. 21 al 30
EL BUEN PASTOR Nro. 31 al 40
EL BUEN PASTOR Nro. 41 al 47
ÚLTIMOS MENSAJES
CONOZCA NUESTROS SITIOS


Primeros Mensajes desde 1985

ANTERIOR     |     SIGUIENTE





ESTÁ DELANTE DE VUESTROS OJOS,
HIJOS, EL PORQUÉ DE TODO Y DE TODOS:
SOY YO, EL SEÑOR

26 de junio de 1987
Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

Lectura: Baruc, Cap. 4, Vers. 25.

Y aquí estoy ocupando el lugar que me corresponde. ¿Qué os han hecho, pequeños hijos?, ¿qué os han hecho, ovejas mías?, ¿quienes han atado vuestras manos que ya no las elevan hacia el Cielo?, ¿quienes son los que tapan vuestras bocas y no les permiten orar como corresponde?, ¿quién ha apagado el fuego del Espíritu que vibraba en ustedes el día de su Bautismo y los ha hecho fríos como el hielo?, ¿quién ha entrado a vuestra vida?, ¿quién ha sido hijos?, pensad, veréis que no he sido Yo, porque por lo contrario, que distinta sería vuestra actitud, que diferente vuestra mirada, que dulce vuestro trato con los demás, que fervientes y devotas vuestras oraciones, capaces de mover montañas, que vida diferente tendría el hombre si no hubiera abierto la puerta equivocada. Pero ved, ved mi corazón y sabed que nadie os quita de aquí, nadie os arranca de mí, os vais voluntariamente y Yo deseo que todos vuelvan, pues mi amor por ustedes, hijos, no posee medida. Volved a elevar las manos al Cielo con fe que vuestro Dios no es sordo, volved a abrir vuestra bocas para alabar al Señor que Él os escucha siempre. Volved a inclinar vuestras cabezas frente a la maravilla de un nuevo día, porque todo es obra de mis manos, dice el Señor, dice “la Verdad”.
Algunos habéis venido como los fariseos, con vuestra inteligencia y doctrina, a criticar la pobreza de este instrumento, algunos habéis venido como las mujeres que me seguían, con humildad y sencillez, con apertura, algunos habéis venido helados como tumbas, sin saber porqué, y ahora os digo el porqué, está delante de vuestros ojos, hijos, el porqué de todo y de todos: Soy Yo, el Señor.
Calentad vuestros corazones en el mío, reposad vuestras cabezas en mi hombro, apoyad vuestras cruces en la mía y juntos ayudaremos a este mundo a elevarse hacia el Padre, no como la torre de Babel, sino como la oración de Melquisedec, no como la ofrenda de Caín sino como la alabanza del justo Abel, no como el pecado de Adán y Eva sino como la entrega de vuestra Madre, siempre Madre, siempre Virgen, siempre amada en el Cielo y en la tierra, aprovechad que sus gracias se abren a ustedes.
Lo he dicho frente a los sagrarios, lo he dicho para cada uno, pues, a todos hablo.
Continuad vuestras oraciones, hoy os bendeciré especialmente con doble bendición, sangre y agua para ustedes hoy que han brotado de mi corazón. Sangre les reclamará sacrificios, agua les reclamará sacramentos, así salvaréis a los que queden.
Hay un hilo dorado que une vuestros corazones todos al mío desde el nacimiento hasta vuestra muerte, no cortéis ese hilo con vuestra indiferencia, necedad y orgullo, fortificádlo hasta que se forme una cadena inquebrantable y en el día de vuestro llamado a la otra vida, mi corazón os acompañará.
Orad y velad por el mundo, pedid y sacrificáos por los pecadores, entregad y renunciad aún a las cosas justas que creéis merecer, pues, especial es el momento y especiales las gracias, no demoréis más, hace falta entrega.
La Palabra ha hablado, luego os bendeciré.

Lectura: II San Pedro, Cap. 1, Vers. 4.

Gracia y paz, dice el Señor, llevarán todos hoy, gracia y paz extraída de mi corazón, bendición doble, sangre y agua sobre estos objetos y sobre ustedes también, bendición doble doy Yo, dice el Señor, recibidla ustedes en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, a ustedes que estáis aquí reunidos en mi nombre os garantizo un lugar en mi corazón si cumplís mis mandatos y me sois fieles hasta el fin. Las horas de prueba serán muy duras pero las gracias serán muy grandes también para cada uno de ustedes. Recibid mujeres, hombres que estáis aquí, almas, mis almas, os bendigo en el nombre del Padre, en mi nombre, Hijo y por la fuerza del Espíritu Santo, que la paz llegue a ustedes.
Obsequiad mañana a mi Madre con el rezo del santo rosario meditado, comulgad en su honor y Ella os colocará la insignia de “convertido”. Aún os espera, Madre tan amorosa no es digna de desprecio, os invito a su amor.




ANTERIOR     |     SIGUIENTE