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ASÍ SE IRÁ RECONSTRUYENDO
LA GRAN FAMILIA DE LA IGLESIA

7 de junio de 1987

Dice el Señor que San Miguel está apostado en este lugar para nuestra total protección, que actúa hoy, y siempre debe ser el defensor, el claro defensor de la Iglesia.
El Señor está derramando ahora su saludo sobre todos.
La paz del Señor esté en cada uno de vuestros corazones, hijos míos.
La Santísima Madre está aquí, sobre una nube muy blanca como su vestido blanco, con una enorme corona y con el Niño, los dos extienden la mano así, hacia nosotros, el Niño las dos y María una, su derecha, ahora el Señor ha hecho bajar a dos apóstoles, uno con un cayado y el otro con un libro y se colocan a derecha y a izquierda del Señor y Él abriendo sus manos les pasa su autoridad, su Espíritu. El Señor está un poco atrás y arriba, con mucha luz sobre su cabeza y Él dice que Pedro y Pablo han venido a oír nuestras oraciones y a fortalecernos en nuestra fe. El Señor dice que contemos las estrellas del cielo y así es la cantidad de gracias que tiene reservadas para cada uno de nosotros si nuestras oraciones son fervientes.
El Señor se está levantando de su trono y baja entre ellos dos y los toma de los hombros y los presenta pero las caras casi no se ven porque sale mucha luz, mucha, y no deja ver el rostro con claridad. Dice el Señor que es la luz del Espíritu Santo que habita allí. Ellos están con Él, son Él, ya están transfigurados en Él. Dice el Señor que si la imaginación imagina cosas de Dios, bendita imaginación, creada también por Él. Que ojalá todos imaginen cosas de Dios y no tengan el corazón tan negro1. Dice también que la serpiente muerde pero que el veneno ha sido quitado, queda solo el dolor de la mordida que como toda herida pasará, pero que sus gracias van en aumento.
Ahora está San Gabriel Arcángel, ahí frente a nosotros, en su lugar y me lleva a mí así, me mantiene así, porque la Madre quiere y le ha pedido que también él nos cuide porque nuestra imposibilidad para hacer lo que Dios nos pide es mucha y ellos deben llevarnos a hacer verdad la Palabra de Dios.
Continuar con la oración que ahora nuestra oración es muy buena que nos cuidemos mucho de guardar todos sus pedidos porque Él nos quiere santos.
El Señor dice: Palabras, palabras y palabras y Yo espero vuestras oraciones, espero que paséis a la acción, no es palabra muerta la que reciben, acción es lo que reclamo de mis seguidores. Han oído y saben más que la mayoría, si se sientan a examinar intelectualmente lo que les digo, os pasaréis la vida esperando entenderlo todo y no alcanzaréis nunca la perfección que os ofrezco, en cambio si ustedes obran guiados por mi Santo Espíritu, reconoceréis enseguida a mis enviados y sabréis que sus pedidos son justos, pues son pedidos míos. Yo les daré capacidad para cumplirlos pero necesito vuestra entrega.
Así, tal cual como lo hacen ahora, así debéis pasar entre vosotros mis palabras, pero en el exterior.
¡Fuera tú y no molestes ahora que estoy hablando a mis hijos!, ¿acaso no has visto que estoy aquí?, vuelve a tu sitio hasta que se te de otra oportunidad, a ti no te interesa su indignidad porque son míos, retirate ya.
Mis hijos amados, ustedes están recibiendo fuertes ataques de dudas.
Dice el Señor que se muevan dentro de los límites que Él les ha dado y que respondan con firmeza sobre lo que han visto y oído personalmente pero no se presten a ninguna estratagema de rumores que sirven para hundirlos más a ustedes y a otros. Dice Jesús que a cada insidia deben responder con oraciones más fervientes y mejores que hagan conocer sin miedo la Palabra de su Señor a los que crean capacitados porque así se irá reconstruyendo la gran familia de la Iglesia que debe ser apuntalada con nuevos brotes de fe y oración ferviente.
Dice que los Apóstoles estarán para la bendición final y que no van a hablar, porque cuando habla el Señor, hasta el Cielo calla.
Veo una corona de oro y dos enormes ejércitos con caballos y estandartes, están frente a frente y vienen, ¡cuantos son!, otros están arrodillados delante, todos rezando, vienen y cuando van llegando se abre la tierra y los caballos caen dentro, se caen todos, y los que están de blanco todos de rodillas ni siquiera se movieron y tiene unas palmas en las manos y mientras rezan saludan al Señor que está sentado en el trono y sostiene la corona y la pone sobre esas cabezas, las de los de blanco. Los otros ya no están más y los ángeles se han parado allí, en esa grieta, para que no se vuelva a abrir y salgan, por lo que la están sellando. Dice el Señor que ahora muchos se ríen, que ya vamos a ver cuando me toque sonreir a mí: simple sonrisa será, pero cargada de Justicia.
(Visión de unas personas arrodilladas muy tristes) Son los de la tierra y dicen: ¿cómo no me dí cuenta antes? Alrededor ya no hay más ni edificios ni nada.
(Visión de las manos con el Rosario, motivo por el cual han vencido los vestidos de blanco), se ve al mundo entero rezando,2 ¿cómo yo no los veo Señor? Dice que yo no los veo pero ellos sí,3 que Él y su Mamá los ven y que si no fuera por eso está clarito que esto ya terminaba enseguida, que la Virgen le dijo al Santo Padre que debían rezar el Rosario,4 que no hay que abandonar la práctica del rezo del Rosario.
(Visión de la Misa) Dice el Señor que la Virgen acompaña a todos a la misa, en todas partes, todos los días, cuando vean un banco vacío sepan que allí esta Ella y que también ayuda a contar y recontar a quienes van con fervor y quienes no y lo hace con mucho cuidado y a veces quiere disculparlos, pero, que mal van a misa ustedes, que hay oportunidad de empezar desde hoy otra vez, que todavía Él hace como que no nos vé. Dice el Señor que el altar es como un pedazo de cielo puesto acá, que no es solamente una mesa, sino un pedazo del Reino de Dios puesto ahí y cuando la hostia está y cuando se expone el Santísimo, mucho respeto con el Altar, que no se juega, ni se toca así nomás o voy a tener que hacer como con el Arca, que el que lo toque indignamente, muera. Los que juegan con Dios, ¿no piensan que Él los ve?
(Visión del enemigo) Lleva como una armadura, son las blasfemias las que lo cubren así. En la mano tiene un hacha, son la impurezas, las faltas a la castidad. Tiene un escudo con que él se protege, que es el amor al dinero, porque sabe que sino no puede. Tiene grandes orejas para escuchar y hacer maldades después y la lengua muy larga por que se la pasa mintiendo por todos lados.
Ahora ese es San Miguel Arcángel que nos protege a nosotros. Está con las alas abiertas y son casi el triple que el tamaño del demonio, es altísimo y blanco, y se sonríe siempre, aún en la batalla, porque la victoria es segura. Dice el Señor que no hay que reírse de estas cosas, que no es imaginación, que prueben imaginarse algunas de estas cosas y no van a poder, porque se han podrido mucho la cabeza con la televisión.
La ciudad está oscura y el Señor le muestra una neblina muy oscura en el mundo y San Miguel va prendiendo luces allá y acá. Trae varias espadas y las reparte entre los santos, una a vos, una a vos, la espada dice de un lado “Jesús”, “María” del otro, y el mango “Iglesia” con la cruz de la espada, la Iglesia lleva a Jesús y a María para desviar el mal. Cada cosa en su tiempo y cada tiempo lo domino Yo.
(Visión de un bebé en brazos de su mamá), Dice el Señor que no está bautizado, ¿por qué se tarda tanto en bautizar a los niños? Dice el Señor que si a ustedes le sorprende a mí más.
Dice el Señor que al hacer la bendición va a marcar una cruz en el suelo, con su dedo y debe ser el lugar donde la familia debe rezar siempre.
Bendición final de los objetos.
Está la cruz enorme encima de todos. Da la bendición el Señor. Están ellos también y bendicen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Bendice ahora a las personas como a los discípulos cuando los enviaba: Yo los bendigo y los envío como testigos míos delante de todo el mundo, debéis ser ejemplo de santidad, pureza y amor a los demás.
Yo hoy bendigo, luego pediré cuenta de esta gracia que entrego ahora, recibid y anunciad en todo el mundo la buena noticia, aún hay misericordia para ustedes, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La paz de Cristo.


1 sollozos del vidente.
2 sollozos del vidente.
3 Jesús y María.
4 por eso puso el Año Mariano.




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